Un personaje imaginario
se presenta a unas oposiciones imaginarias de una cátedra imaginaria
en un país imaginario. El sujeto está bien preparado tras arduos
esfuerzos por formarse en su tierra y en el extranjero. Los alumnos
lo valoran como buen profesor pero el claustro lo señala como
irreverente, contrario al régimen militar que gobierna,
independiente y dado a la filosofía a pesar de tratarse de una
disciplina científica.
El primer ejercicio
consiste en la defensa del currículum que hace con brillantez.
Llegado el turno de preguntas por parte de los miembros del tribunal
le echan en cara que en momentos difíciles para la patria haya
estado fuera por lo que no le puntúan los trabajos realizados en el
extranjero. Tampoco lo hacen con los producidos en el interior por
falta de proyección internacional y porque no están escritos en
inglés. ¿Pero si las revistas nacionales no aceptan trabajos en
inglés? se defiende el opositor. Ese es su problema le contestan,
usted estaba dentro cuando debería estar fuera y viceversa. A pesar
de todo y como el candidato oficial no ha hecho nada ni dentro ni
fuera, le pasan el ejercicio con puntuación mínima, así como el
segundo y el tercero que consideran de trámite para no complicar al
enchufado.
El
cuarto ejercicio es el fundamental y el que decide la plaza. Consiste
en explicar una lección del programa elegida de una terna que
propone el tribunal. Da la casualidad que al candidato bueno le ha
tocado el tema de su tesis doctoral y al contrincante el que es
reconocido por los especialistas como el más difícil. A pesar de
todo, el independiente, con una exposición brillante, hace fácil de
entender lo difícil y desmenuza lo complejo hasta hacerlo
inteligible, incluso, para los miembros del tribunal. Uno de ellos le
reprocha que con esa labia puede explicar errores que los alumnos
tomarán como verdades. Otro le dice que explica bien pero que lleva
un botón de la chaqueta desabrochado. Ahora lo abrocho si eso le
incomoda, responde anonadado el opositor. Ya es tarde, le responden.
El siguiente razona que él valora más lo que no entiende porque se
supone que es novedoso que lo que entiende y que al haberlo entendido
todo, el opositor merece un cero por su parte. A continuación actúa
el candidato oficial que mete la pata en los asuntos graves y se
equivoca en los leves por lo que se retira avergonzado y balbuciendo
disculpas antes de consumir el tiempo establecido. No obstante tras
la pausa para deliberar sobre ambas exposiciones, el tribunal es
comprensivo con los nervios que han bloquedao al del régimen y pasan
ambos con tres votos.
El quinto y el sexto
ejercicios mantienen la misma pauta acabándose la oposición con la
votación que otorga al enchufado tres votos y al entrometido dos. A
la salida nadie se atreve a felicitar al vencedor que se escabulle
lloriqueando de alegría proclamando que a quién Dios se la dé San
Pedro se la bendiga. Al día siguiente en el periódico local aparece
una reseña pagada reconociendo el extraordinario éxito de Fulano de
Tal en reñidas oposiciones celebradas en la capital del Estado.
Todo esto es ficticio,
ahora en ese país se celebran oposiciones en las universidades
locales, de las que existe al menos una por capital de provincia, la
mayoría de las veces a puerta cerrada, donde los francotiradores ni
se presentan. Se ha relajado la tensión al reducirse los ejercicios
a la mitad bajando el nivel científico, si eso fuera posible; pero
las camarillas, antes llamadas escuelas, se frotan las manos de
alegría y hasta presumen de izquierdas porque fue el gobierno
socialista el impulsor de la rebaja.
CIRANO

ESTMADO
ResponderEliminar