Como la generalizaciones son territorio difícil de manejar y las simplificaciones dejan demasiadas cosas fuera, la cordura exige atenerse a lo que se percibe, a lo que se ve, a lo que se puede demostrar. Hay nombres que imprimen carácter y caracteres que hacen nombres. Se podrían poner muchos ejemplos, pero me voy a centrar en uno categórico, representativo de una casta, porque Estultio Hormigón, además de coincidir con su nombre, se alimenta de su esencia, lo lleva a gala y lo enriquece como los colores agrandan la belleza de las flores. De una tercera o cuarta fila del gallinero saltó al escenario y se puso a actuar con toda la estupidez de que es capaz, sobresaliendo pronto en ignorancia, atrevimiento y precipitación. Para parecer algo se hizo subsidiario de una casa comercial y esclavo de la dirección. Uno de los primeros objetivos de todo peón caminero es allanar el terreno. Los hay que respetan los monumentos emblemáticos y quienes arramblan con todo. Hormigón es de los segundos. Procede de la misma cepa de la que surgieron los gestores que edificaron la Casa de la Cultura sobre las ruinas del Teatro Romano que, aunque se crea extinguida, pervive en democracia con distinto nombre que en dictadura. Lo importante es que se vea, demostrar que no se le tiene miedo a nadie y que la mejor enseñanza de la historia es el olvido. Es como esos sicarios a los que les señalan tres víctimas y vuelven con media docena de cadáveres en el maletero. Voluntarioso, con la mira puesta en un punto fijo, no sabe hacer más que lo que hace y no hace más que lo que sabe, que no es otra cosa que obedecer. De los cursos con los que lo moldearon en la Escuela de Adoctrinamiento Sanitario aprendió que la única condición que se le iba a exigir durante el ejercicio de sus funciones era servilismo y como en la parábola del funcionario que no quiso perdonar, exige a sus subordinados mucho más de lo que a él le consienten. Es fuerte con el débil y débil con el fuerte, como todas las personas emergentes del Cortijo de la Salud. Y aunque el invento no es original, porque todos los tramposos del mercado acaban ensayándolo tarde o temprano, acordó con el frutero de la esquina la financiación de un arreglo de la casa bajo el título de renovación de los laberintos. El tendero se encargaría de pagar a los albañiles encareciendo los costes de los productos con los que se compensaría la deuda. Para aumentar los gastos corrientes amplió la cobertura y animó a los usuarios a que gastaran sin límite a pesar de la grave crisis económica que agobiaba al país. Así, por poner un solo ejemplo, un tipo de fruta que cuesta 10 euros el kilo, de la que se solían consumir unos cien kilos, vio aumentada su demanda hasta los cuatrocientos kilos diarios, con lo que los costes pasaron de mil a cinco mil euros al día, sin importar los excedentes que se tiran a la basura. Para desviar la atención se adquirió un complicado sistema de manipulación patrocinado por el tendero que tuvieron la desvergüenza de exhibir como adelanto, cuando en realidad ni hacía falta ni aporta nada. No importa que todo el equipo sea subsidiario de este único intermediario, ni que se elimine la acción humana; Hormigón se siente importante al sentarse a la mesa para echar papada como otros echan horas extras, disimulando cuando el comerciante paga las facturas que a la postre endosan a los que no estamos invitados al festejo.
CIRANO
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