PERFIL HUMANO IV . (Muy cercano)

                                   


Se enganchó a la pechera de su chaqueta cuando quedó huérfano, le zarandeó y le pidió que cuidara de él. Nunca le falló.
Quizás al protegerle tanto le lastimó, quizás le ausentó la ambición necesaria para progresar, quién sabe. Pero algo es cierto, siempre hasta su muerte estuvo con él, siempre siguió sus consejos y siempre continuó sus enseñanzas. Alguna vez le criticó alguna indicación clínica, era tan cuidadoso y tenía tanto miedo a hacer daño que mantuvo siempre una prudente y razonable capacidad de hacer indicaciones no nocivas y de poco margen al error. Una de las sus muchas virtudes, de difícil reproducción, era su implicación en cada proceso que asumía, era tan exhaustivo en sus explicaciones que cada paciente se convertía en su amigo para toda la vida . Si aparecía alguna complicación, a la vez que sabía organizar su solución , se acercaba a la parte personal del paciente, produciendo un efecto balsámico y sedante que aumentaba la confianza en su médico salvador.
Jamás tuvo pereza en empezar y terminar el trabajo de la salud de los demás, y cuando ya habían pasado años y se tenía que ayudar del recio hombro de su lazarillo, caminaba con pasos largos y la cara sonriente. Muy pocas veces se dejaba llevar por alguna de sus pasiones, la reparación de un coche viejo o hacer un estofado para sus hijos en el día que le dedicaba, el domingo.
Asumió la máxima responsabilidad durante tres años y consiguió aunar los conocimientos del colectivo para que fuera más operativo, pero nunca fue impositivo y siempre apoyo a los que le necesitábamos. Con frecuencia se le veía con paso ligero y un manojo de papeles bajo el brazo, yendo de un lugar a otro allí donde se le necesitaba. ¿Como conseguía tener tiempo para dar información a todo el que lo necesitaba, fuera enfermo o familiar de compañero? A veces le recogía pasadas las cuatro de la tarde para comer algún alimento antes de continuar su actividad, y siempre con gesto alegre porque como bien decía, le encantaba su profesión.
Cuando nos enteramos que le habían convocado en Madrid nos temimos lo peor, demasiados intereses y ambiciones jugaban un papel relevante, y así fue, le cambiaron por un aficionado a los toros con muchas agarraderas.
Con la misma entrega se fue allí donde le querían y continuó una larga y fructífera carrera basada en el cariño y sentido común hacia el enfermo que le necesitaba .

INDALESIO        

1 comentario:

  1. Es posible que exista un perfil tan bondadoso en la sanidad pública? Seguro, porque a mi me curó una osteomielitis y aún arrastro la que fue mi podrida pierna, y además conseguí una amistad que perdura hasta nuestros días, aunque él este ausente. Cada mañana cuando me levanto y me miro la pierna tengo un recuerdo para un buen médico y una mejor persona. Hasta pronto amigo

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