AQUELLOS ROJOS . Cuadro 1




Por empezar con alguien significativo hablaré de uno de aquellos rojos que aparecieron por el hospital a mediados de los setenta y que por su aspecto y actividad parecía siempre más de lo que era o de lo que ha sido porque al final todos llegamos a lo que somos (más o menos). El proyecto personal es una cosa y lo que cuaja otra. Hubo propuestas que se quedaron a medio camino mientras que algún tapado voló tan alto tan alto que le dio a la caza alcance. Una cosa que hay que tener en cuenta es que las motivaciones podrían ser diferentes pero el procedimiento fue el mismo: utilizar lo público en beneficio de lo privado, hacer número en el montón hasta ganar impulso con el que saltar. Esa es la interpretación que hacían de la democracia los que desde el frente de juventudes, los luises o la acción católica alimentaron sin solución de continuidad las bases de los partidos blandos. La consigna era aparentar amistad con el pueblo, hasta entonces llamado prójimo, siempre que fueran ellos los que administraran las ganancias. Así era y así sigue siendo el personaje.
No es que este hombre parezca un interlocutor de los diálogos para besugos de la 13 Rue Bruguera en EL DDT, es que su cráneo es una bóveda donde resuenan las preguntas sin estimular respuesta alguna. Como tantos otros destaca por a lo pecho que se toma lo superficial. Escucha, no se sabe si oye o entiende, encaja y calla. Lo suyo no es la dialéctica sino esa cháchara que no exige verbalizar pensamientos que se supone tiene. Nunca fue orador de asamblea ni arengador de masas, trabaja en el subsuelo como el escarabajo pelotero que acaba arrastrando una boñiga cuatro veces más grande que él. Pretendía dominar la ironía cuando apenas llegaba a la sátira, confusión en la que caen tantos bufones disfrazados de líderes. Por cierto, ¿es lícito comparar al político con el payaso sin menoscabo de la dignidad de éste? Los dos se deben al espectáculo, los dos representan lo que no son y ambos quieren atraer la atención distrayendo de los asuntos importantes. No tienen la obligación de agradar a nadie en particular porque se deben al público en general. Nuestro tipo poseía esa semblanza del cacique vulgar que predice tormentas cuando oye el trueno y ve el rayo, poco original en sus ideas lo único que sabe es atacar valores emergentes consciente de que su progreso depende de anular contrarios.
Quizás la característica más personal, es decir su carácter, fuera abusar de los débiles y someterse a los poderosos, aunque bien mirado esa propiedad por sí sola no serviría para identificar a ninguno de los aprendices que pululaban por los pasillos del hospital. Por eso no queda claro si el dibujo representa a un individuo o es el estereotipo de la forma de ser de los políticos de aluvión que propició la democracia. Han pasado tantos años que la memoria ha teñido de grises las largas cabelleras y las pobladas barbas con las que se manifestaba la disidencia. ¿Dónde están aquellos fuegos que encendían pasiones, aquellos humos y aquellos sueños etílicos elucubrados en reuniones clandestinas? ¿Qué fue de tanto galán? ¿Qué fue de tanta invención como trajeron?

CIRANO

4 comentarios:

  1. Considerando los años y lo poco instruidos que estaba el personal, como no de usted más pistas ni identifico ni perfilo el personaje. Tenga usted consideración hombre

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  2. Este cuadro ha salido abstracto el próximo espero que dé más pistas sobre el personaje, aunque los perfiles psicológicos hay que hacerlos a carboncillo difuminado, insinuando más que confirmando. De todos modos contesto lo que Picasso a quien le recriminó que el retrato no se parecía al modelo: ¡Ya se parecerá!

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  3. Sí que hay algunas pistas, difuminadas, de manera que pueden ser varios los personajes.
    Magnifico retrato, Sr. Cirano

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