La característica más
significativa del hombre es su capacidad para la cooperación
instrumentada por el lenguaje. Hablando se entiende y se extiende la
gente. Lo decía Apuleyo: “Sigillatim
mortales, cunctim perpetui”.
Uno a uno son mortales, pero en conjunto son eternos. Cuando
el homínido descubrió que la ayuda mutua era más productiva que el
individualismo se convirtió en humano. Por eso las sociedades son
estructuras para la colaboración, para la ayuda, para progresar en
armonía. La codicia surgió al comprobar que la riqueza es industria
con la que someter a los demás. El corrector del gen egoísta es la
educación.
Si el proceso de
colaboración fue paralelo al de humanización, el individualismo
provoca el efecto contrario induciendo a la barbarie. La acumulación
capitalista invierte el sentido comunitario de la evolución humana y
contradice los principios naturales que defienden la habitabilidad
del planeta. Pero es que desde que el capitalismo ensaya la
estrategia de globalización asimétrica el progreso supone
deshumanización. Por eso no es de extrañar que muchos individuos
que se ven amenazados por el poder global recurran a querencias
emocionales que distan mucho de ser coherentes en sociedades
complejas. Otra cosa son las afinidades intelectuales en base a la
racionalidad. Si el hombre se distingue por su inteligencia debe
regirse por la inteligencia y no por la pasión.
No sé si la realidad
abarca lo que piensan todos los pensantes o solo lo que se percibe a
semejanza del Universo que no es lo que se entiende sino también lo
que se deja de entender. De alguna manera el mundo del silencio
influye en el que se escucha, por eso la realidad es tan compleja. En
lo que a mí respecta es más lo que callo que lo que digo, más lo
que imagino que lo que ejecuto. Estos pensamientos que escribo son el
destilado de lo que no me atrevo a revelar. Lo único que no tiene
materia oscura es el tiempo que marca el devenir donde todo cabe y
donde todo acaba.
Mi razón, que no tiene
por qué coincidir con el sentido común, me dice que es mejor para
todos y por consiguiente para mí que se practique el radicalismo
ético. Si la socialdemocracia hubiera sido radical en la defensa de
sus objetivos oponiéndose con firmeza al liberalismo no estaría en
crisis. La radicalidad ni es extremista ni supone violencia, es
integridad. A los jueces se les exige que sean radicales a la hora de
aplicar las leyes y a los médicos que curen de manera radical las
enfermedades si es que pueden sin medias tintas. Quien aplica la
radicalidad con usura es el capitalismo salvaje que controla el
espacio político y el mediático imponiendo el código de valores
que más le conviene. Desde sus tribunas llaman radical todo lo que
no les aplaude mientras que sus posturas rigurosas rescatan bancos
con dinero público y abandonan sin pestañear a miles de inmigrantes
a las mafias y a las olas, como denuncia el Papa Francisco.
Mejorando. Día a día vas desvelando el silencio.
ResponderEliminarSi el movimiento se demuestra andando ¿el silencio se desvela callando?
ResponderEliminarMe gusta su visión del ser radical, había perdido su uso y su significación. Tengo algunos radicales genéticos en mi cadena, pero olvide usarlos, pena que aún usando este tan magnifico medio tenga tan poca difusión y capacidad de enseñanza. Seré republicano Radical, parece acertado.
ResponderEliminarDesde esta visión de la radicalidad se puede entender como el capitalismo, un sistema caduco, que ha perdido todo sustento filosófico, continua siendo el paradigma de la sociedad posmoderna. Pero ya es bien conocido el orden de los cambios en la ruptura del modelo, primero: los económicos, después los sociales y lo último que cambia es la mentalidad (Nouvelle Histoire. Escuela de Annales). ¿en que momento estamos?
ResponderEliminarNo es lo mismo crecer oyendo decir ¡qué niño más bonico! que hacerlo escuchando ¡qué niño más travieso! La principal consecuencia quizás sea que el autónomo resuelva su infancia pronto y el mimado no logre salir de ella. Con los tiempos históricos puede que pase lo mismo. España se puso al día con la República y se hizo de plomo con la dictadura. Ese peso muerto que proporciona un elemento difícil de digerir no acaba de dejarnos levantar el vuelo, sobre todo mientras haya ministros que en 2016 dicen convencidos y para convencer que todavía hay gente que no se ha enterado de que perdió la guerra. Estos hijos mimados del fascismo no han alcanzado la madurez democrática para estar en el Parlamento y mucho menos en el Gobierno; y quién los pone, menos todavía. Trazando la línea del sentido común del que tanto habla Rajoy en las antípodas de la democracia, el oír hablar de sanidad o escuela públicas debe sonarles a revolución. Más que nunca creo necesaria una defensa radical de los procedimientos democráticos, porque cuando veas las barbas de tu vecino afeitar etc. etc.
EliminarTeniendo una constitución que da pistas sobre la República, un país laico y consultas populares para aprobar leyes y gobiernos, no estaría tan lejos el sentir el amparo de un país republicano, que por "un poner" por si alguien no se ha enterado, albergaría nacionalistas, liberales e incluso materialistas. Vamos, debemos enterarnos, ese es el camino.
EliminarEsto es quizás para mi la mejor reflexión de la que has publicado hasta ahora, tienes buena pluma . Guárdala , porque es necesario que se difunda, ya que en la medida que se debata , significaría que has triunfado.
ResponderEliminar