DE VILLANUEVA DE CAUCHE A MARINALEDA



Habrá unos cien kilómetros por carretera y quinientos años por ideología. El Cauche puede que sea el último reducto feudal de Europa y Marinaleda el primer socialismo pacífico sostenible (por utilizar el término que tanto gusta al mercado). Lo que diferencia al uno del otro, desde la evidencia de que el movimiento se demuestra andando, es la idea. El primero varado por el fatalismo el segundo abierto a que los ciudadanos se entiendan con solidaridad y justicia. Es lo que va de la estupidez a la inteligencia.
El jardinero de la casa feudal que con ochenta y siete años todavía cuida el patio y poda ramones subido a una escalera, ha sido investido por el párroco que oficia en la capilla del cortijo para los sesenta vecinos de la pedanía antequerana, de la potestad de administrar el sacramento de la eucaristía y el de la extremaunción si llega el caso. Para el simpático vejete ese privilegio, así como haber servido a la marquesa y a sus dos herederas, es un honor. La Iglesia da esas propinas a quien vigila el cepillo que recoge limosnas de gente pobre explotada por la gracia de Dios. La satisfacción de los últimos súbditos, más voluntariosos que pagados, demuestra que se puede ser feliz, o al menos aparentarlo, sin añorar la libertad o lo que signifique ese maltratado término; y que el bienestar es cuestión de interpretaciones, siempre y cuando no se echen números.
Al capitalismo le puso furioso que Marx analizara la historia como si fuera materia sólida y no un trozo de plastilina maleable a voluntad. Al poder le venía siendo más rentable contar historias que ajustar cuentas con la historia, pero los números son lo que son y dicen lo que dicen. Las casas de Cauche por la que sus habitantes rentaban una gallina al cabo del año eran un préstamo del Marquesado a cambio de cultivar campos con arriendos que a ninguno sacaba de pobre pero que permitían a las dos parásitas tener casa en Málaga, Sevilla, Granada y Madrid.
Marinaleda era un pueblo de temporeros rodeado de tierras mal labradas porque sus dueños tenían tanto que no se molestaban en hacerlas producir. Uno de los cortijos que el duque del Infantado desatendía fue ocupado y ganado en los tribunales para ser explotado por los jornaleros que viven desde hace años del trabajo cooperativo sin tener que recibir limosnas ni esperar el capricho del capataz en el sorteo diario de peonadas. En ambos casos las cifras expresan la realidad: muchos trabajando para enriquecer a pocos o todos comprometidos por defender la dignidad de todos. En Marinaleda cada trabajador gana 1.200 euros al mes sea peón o alcalde, cada familia tiene su casa que ha construido en comunidad durante los fines de semana en terrenos inespeculables cedidos por el Ayuntamiento. Los niños tienen libros gratis y no hay paro ni señoritos. Si Jesucristo levantara la cabeza creería que su pueblo era Marinaleda y no el Cauche donde lo adoran comensales cebados antes de merendar chocolate con churros.


CIRANO

3 comentarios:

  1. ..."y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella".
    Fugaz frase que me ha venido a la mente ante tu excelente artículo al contemplar como Marinaleda languidece y la religion, sin irse del todo de Villanueva de Cauche se asienta con brío en otros lugares. Sigue siendo urgente esparcir la semilla de Marinaleda y encontrar aquello que atrapa el imaginario colectivo como lo consiguen las religiones...

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  2. Eso de las dualidades, bueno y malo, feo y bonito, es algo de lo que he huido desde siempre. Posiblemente todo sea relativo, pero lo que seguro que tendrá que ser es dinámico. continuar la evolución y adaptación a las nuevas realidades, ya lo avisaban los materialistas.

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    1. No esperéis que los políticos vengan a salvarnos de los políticos ni que los ladrones decidan devolver lo robado. El capitalismo es una apisonadora que aplasta lo que se pone por delante. Su filosofía entiende que se es yunque o se es martillo. Mucho antes que Marx Sancho Panza sentenciaba: “Dos linajes solos hay en el mundo decía una agüela mía, que son el tener y el no tener”.

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