Europa es un conglomerado de tribus
con dudosa vocación de pueblo. En su día intentó la unidad a
través de la religión, pero aquello acabó como el rosario de la
aurora. Ahora lo intenta a través del mercado con resultados
parecidos. Por lo experimentado en Europa, la religión y el
capitalismo son cementos que no pegan. Por lo que se está viendo en
el mundo, la religión lo que pega son tiros y el capitalismo bocados
a la clase media. Si se atiene uno a la experiencia de la humanidad,
el único factor que ha mostrado capacidad de aglutinar ha sido la
equidad. El capitalismo es injusto e insolidario, así que, desde un
punto de vista científico, no hay que esperar que apueste por la
conciliación.
Las ideologías influyen más una vez
fracasadas que cuando están en su apogeo: su fuerza es la añoranza.
A pesar de su decadencia el capitalismo se sostiene porque se teme a
quien pueda sustituirlo. La fe dejó de ser eficaz para la
convivencia desde que en 1860 fue refutada por la teoría de la
evolución de Darwin y el capitalismo desde que Keynes descubrió que
el mercado sólo es rentable cuando es injusto. Mantener esta postura
cínica es lo que vienen haciendo los partidos conservadores sin
inmutarse, acompañados ahora por la socialdemocracia que en su
pecado lleva la penitencia.
El subconsciente colectivo sabe que
mientras no se procure un bienestar mínimo a toda la población, la
coexistencia va a ser inestable. No hace falta conocer la historia:
en el genoma está grabado que la humanidad lleva milenios matándose
porque sí. En las primeras sociedades se impuso la fuerza a la
tolerancia a la hora de regular la convivencia y ese modelo se ha
mantenido en todas las culturas a pesar de sus consecuencias. Parece
lógico que después de tanto ensayo por las malas llegue un momento
en el que se intente por las buenas, dándole a la palabra paz el
sentido que le dan las personas honradas y no el que aplican
políticos o militares. Supongo que cualquier día se intentará
estabilizar el planeta a través de la distribución justa de sus
recursos. Para ello hay que convencer a un escaso 10% de la población
para que deje de explotar al 90% restante y educar a los ciudadanos
de los países democráticos para que no se alineen con explotadores
ni con embaucadores. Tan claro como que la Divinidad es un invento,
tan difícil como que se confía más en el pasado que en el futuro.
Los tumores resultan de un error en el
genoma. A pesar de que la mayoría de las células han aprendido a
corregir errores, el mensaje falso a veces se cuela en la cadena
replicativa. Falso es que el sol gira alrededor de la tierra como
pretendía la escolástica. Todo el mundo lo sabe, pero todavía
muchas personas siguen creyendo promesas que hacen crecer tumores en
la sociedad. La fe, como los retrovirus, infecta al individuo y al
grupo, desencadena un proceso dañino contra el que no hay antídotos
eficaces: con la quimioterapia se te cae el pelo, con la troica
además del pelo se te cae la casa y el trabajo. Los tejidos normales
y los tumorales se rigen por los mismos principios fisiológicos:
pero mientras unos lo hacen con afán cooperativo los otros son
egoístas, crecen con el propósito de arruinar al organismo que los
sustenta. Ni que decir tiene que lo ideal sería conseguir que los
tejidos crecieran en armonía y que las sociedades convivieran en
paz.
CIRANO
Magnífico en estilo, contenido, aunque, amigo Cirano, me llama la atención lo del "en el genoma está grabado que la humanidad lleva milenios matándose porque sí" y ¿ los intereses económicos , las ideologías tan alienadoras como las religiones, los intereses más variados, que, como las mutaciones por factores carcinogenéticos externos en los tumores juegan un papel tan destacado en el producto final?
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