…que se ponían para
aliviar el dolor antes de que se descubrieran los analgésicos y los
antibióticos. Estos placebos, como ocurría con los emplastos y el
aceite de ricino, quitaban más salud que daban. El sucedáneo
socialdemócrata (ni social ni demócrata) supuso que acallando al
pueblo seduciría al capital para compartir beneficios, pero se ha
comprobado que sus políticas de medias tintas han tenido el mismo
efecto que la untura de aguarrás para curar una neumonía.
Las clases medias nos
creemos a salvo de la quiebra porque fingimos no meternos con nadie,
como si la equidistancia fuera un punto de referencia. Respetamos a
los ricos y compadecemos a los pobres procurando pisar por las
piedras para no meter el pie en el charco, pero cuando la marea sube
como ahora, muchos se ven con el agua al cuello. Bueno será que no
acabemos lamentando la inmovilidad, como Martín Niemöller: cuando
vinieron los nazis a buscar a los comunistas guardé silencio porque
yo no era comunista.
Cortar por lo sano, que
es lo que ordenó Salomón, no tiene nada que ver con la
interpretación que la beatería hace de lo salomónico. De la misma
manera, la idea de que no existen izquierda y derechas es otra
leyenda urdida, en este caso, por lobos que vienen con la pezuña
embadurnada en harina para hacernos creer que son nuestra mamaíta.
Cuando cantamos que no
hay camino y que se hace camino al andar, estamos aceptando lo
aleatorio, el sentido poético de la segunda ley de la termodinámica.
En los últimos años de mi quehacer docente decía estos versos de
Machado en clase para explicar la entropía, aliviando así a los
alumnos el trabajo de entender la pesada fórmula matemática que
justifica que al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se
ha de volver a pisar. El tiempo es irreversible pero los argumentos
de los hombres se repiten porque a la mayoría le asusta el porvenir
incierto y prefieren el recuerdo a la novedad. El conservadurismo
militante es el reflejo visceral que enfrenta lo estable al porvenir,
y que como todo comportamiento irracional trata de hacer trampa para
negar la realidad. La política se puede plantear con racionalidad o
sin ella, lo que viene a significar honradez o fraude.
Cuando Marx habló de
materialismo histórico se les subió la bilis a la cabeza a los
babilónicos que preferían seguir predicando misericordia en lugar
de reconocer derechos. Cuantificar la desigualdad y elaborar una
teoría en la que pobres y ricos están enfrentados, tiró por tierra
la idea de sumisión, paciencia y premio diferido. Una vez superada
la etapa irracional del pensamiento, no hay motivos para seguir entre
dos aguas. La clase media tiene que decantarse entre adular a los
poderosos o unirse a los que reclaman justicia social, porque lo que
está claro es que el lobo que enseña la pata blanca por debajo de
la puerta no viene a darte de comer sino a comerte. La estupidez de
creer que se ha superado la división entre derechas e izquierdas
choca con la evidencia del aumento de las diferencias entre ricos y
pobres. Lo único que se necesita es que todos los que han alcanzado
la edad de la razón confíen más en sus fuerzas que en la de los
que enseñan pezuñas depiladas. Por eso, si la democristiana Merkel
(ni demócrata ni cristiana) amenaza a Grecia con sacarla del euro si
gana Syriza, es que se han acabado los paños calientes: por una
parte se aclara quien manda y por otra, hay que ir preparando las
barricadas.
CIRANO

mu güeno...
ResponderEliminarPablo Iglesias en el País de hoy domingo, en una entrevista concedida a Eva Saiz/Francesco Manetto, dice: “La socialdemocracia históricamente planteó una serie de cuestiones que tenían que ver con los derechos sociales. Y algunos reconocían que estaban bien, incluso la democracia cristiana. A quien piensa que con izquierda y derecha se puede entender el espacio político de nuestro país nosotros decimos que es un juego de
ResponderEliminartrileros”.
Mi mínimo, humilde, trilero y personal voto, que tan alegremente pensaba adjudicar a Podemos, creo que lo voy a seguir depositándolo en la urna de siempre: IU.
Jesus..jesus.... pero que sabio es el pueblo de Dios.Denoto una cierta desconfianza a lo desconocido, aunque lo conocido sea de la ralea que es, una autentica mierda. Creemos que podemos perder algo que no tenemos, y que el futuro nos depara una incertidumbre que nos da miedo. Pues sabes? si queremos o hemos pensado que este país necesita la revolución, ese puede ser el camino, ENTENDEMOS.
ResponderEliminarPorque sino, para que amenazar a la Merkel?
El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, entonces apareció Isidoro de Sevilla con más verborrea que verbo y normalizó la corrupción. También renegaba de la izquierda, por colonizar el centro, aficionado como era a la talega. Cuando el cambio consiste en modificar el verbo (robar por compensar, marxismo por liberalismo, diálogo por lo que yo digo) más vale malo conocido que bueno por conocer, porque para acabar recitando aquello de en donde dije digo digo diego no hace falta dejarse la coleta.
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