¿QUÉ HAGO?






            Aunque la maldición más conocida del dios judío a los desobedientes habitantes del Paraíso es la de ganarás el pan con el sudor de tu frente, hay otras de igual o peor catadura. No se queda atrás, por su enrevesada astucia, la de te arrastrarás por tierra bajo el peso de tu cuerpo. Si la primera somete al hombre al peaje de la energía, la segunda lo hace al de la gravedad que, de ese modo, resulta ser una servidumbre terrestre. Basta traspasar su atmosfera para dejar de sentir el peso del cuerpo y del alma. Librarse de ella no es cuestión de bautismo, como ocurre con el pecado original (hay que ser malvado para acusar de pecar antes de nacer y absurdo para atribuir derechos a lo no vivo), sino de conocimiento.
            En otros mundos, cobijados por otros universos, existen otras vidas que están empezando a resentirse del mal trato que la humanidad da al planeta Tierra, porque el efecto mariposa se da también a nivel galáctico. Lo que atamos y desatamos en la Tierra repercute en los cielos. En esos otros mundos hace tiempo que se estableció el comunismo sensato, una vez que se aceptó que el espacio pertenece a todos y es responsabilidad de todos; lo que nos obliga a todos a respetarlo y protegerlo. La especie se caracteriza por poseer una carga genética particular, fruto del trabajo químico de moléculas aventureras que definen lo que va a ser cada individuo al nacimiento, pero carece de marcador hereditario para adjudicar la fábrica, la finca o la vara de mando a la descendencia. Se heredan genes pero no derechos distintos a los de los demás.
            Cuando los habitantes del planeta Paz percibieron que los despropósitos ambientales de la Tierra les afectaban, decidieron actuar. Su evolución los había llevado a sustituir alguno de sus órganos por máquinas que mejoraban las prestaciones intelectuales y funcionales. Una de ellas afecta a la movilidad. Se trasladan sobre dos extremidades que en su tiempo fueron piernas semejantes a la de los humanos pero que ahora terminan en ruedas. El sedentarismo les trajo la degeneración de rodillas y caderas, por lo que la única salida que tuvieron cuando la epidemia amenazó la especie, fue la de engarzar piernas artificiales terminadas en hélices o ruedas, que utilizan para rodar o para elevarse y volar (hacía tiempo que aprendieron a desactivar la gravedad).
            Su primera misión en la Tierra fue de tanteo. Habían superado las etapas bélicas que toda existencia debe sufrir (otra de las maldiciones divinas olvidadas) y sus medios y fines eran pacíficos. Conociendo el atraso emocional de los humanos eligieron, mediante técnicas avanzadas, cuatro personas de lo más normal, para ensayar cuatro adelantos con el fin de valorar el efecto que tendrían sobre la vida en la Tierra. Los inventos eran: la invisibilidad, la ingravidez, la fusión fría y el pegamento sexual. Los tres primeros no necesitan explicación porque sus nombres explicitan a las claras cuales son sus aplicaciones. Lo del pegamento requiere una digresión.
Creen ellos que a través del sexo se consiguen objetivos de convivencia imposibles con otros medios, por lo que se trajeron este brebaje compuesto de feromonas y prostaglandinas. La pócima consiste en un ungüento que ejerce acciones locales, a la vez que despide efluvios seductores sobre el sujeto al que se dirige. En definitiva, si es un varón quien se unta, adquiere dos potencias: por una parte consigue un atractivo irresistible (las feromonas) y por la otra mantiene prestaciones sobresalientes el tiempo que haga falta (las prostaglandinas).
            Al ser el primer terrícola (por ser el más vulgar) al que se dirigieron tengo la opción de elegir con cual de estas mejoras me beneficio: La invisibilidad me atrae, la ingravidez me ilusiona, la fusión fría me haría poderoso y el mejunje colmaría sueños juveniles todavía no satisfechos. ¿Qué hago?
CIRANO

2 comentarios:

  1. Irredento querido amigo CIRANO,, eso es lo que falta y lo que los mortales no conseguiríamos nunca. Pero en tu territorio yo te diría que la invisibilidad es propia de la progeria que padecemos los susodichos y penosa pero irrecuperable vejez, que por demás afecta la levitación que al caer produce fracturas de cadera, también fruto de la inestabilidad neurológica. Más por curiosidad el pegamento ha perdido ya interés, y los medicamentos están prohibidos por la demagogia, así que lo siento pero prefiero ser humano sucio e irredento.

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    1. Eso es lo malo amigo CUÉ, que no haya quien nos redima, por lo que el único tratamiento es la eutrapelia que a veces intentamos. Salud

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