DE LAS ESPAÑA Y TARJETAS





Las tarjetas negras que tanta rasgadura de vestimenta están provocando, representan la imagen, no demasiado deformada, de la España cutre que describía la picaresca ilustrada: El Lazarillo, La Celestina, Guzmán de Alfarache etc. En esos textos chocan con crudeza las dos Españas a las que quizás se refería Antonio Machado: la tramposa y la leal, distribuidas casi por igual en ambos bandos. La golfa que helaba el corazón a Azaña o a Unamuno y la honrada que se lo hiela a Felipe González y a Blesa. Supongo que este tipo de fractura se da en todas las sociedades, pero en algunas se nota más. En los países modernos la  ética o la estética moral alumbrada por la Ilustración impide que instituciones tan importantes como el parlamento, la judicatura, la bolsa, o la universidad favorezcan o cierren los ojos ante negocios turbios y corruptelas como las que se dan en España.
Bien está que se inhabilite a Baltasar Garzón por “prevaricar” al querer aplicar la Ley de Memoria Histórica en un país que tiene miles de ciudadanos enterrados en las cunetas, pero también se debería hacer algo con quienes hunden bancos, subvencionan autopista privadas con balance negativo, construyen aeropuertos inútiles, cierran hospitales y colegios públicos, o manipulan los medios de comunicación públicos.
La mezcolanza indecente de gentuza procedente de partidos de izquierda y de derecha, junto a sindicalistas y empresarios, muestra el fondo de podredumbre en el que chapotea la clase dirigente española, cosa bien sabida por ese mundo que nos ningunea a pesar de los esfuerzos que hace el PP por maquillar la foto. Si estuvieran en la cárcel el causante del defalco de Caja Madrid con los políticos que lo apoyaron, los ladrones de Levante, desde el curita de zapatos de charol hasta el mafioso de gafas oscuras, pasando por el poco honorable de más al norte, si la causa que se sigue en Andalucía buscara la verdad jurídica en lugar del deterioro político de los socialistas, si el Constitucional no estuviera presidido por un militante del PP y el Consejo General del Poder Judicial fuera ajeno a los intereses de los partidos, España no necesitaría photoshop. Pero con un Ministro del Interior que condecora a una Virgen, uno de Educación que financia colegios privados en detrimento de la Enseñanza Pública, el del Ejército dedicado a la fabricación de armas y una Ministra de Sanidad que, además de no enterarse de nada, desmantela el buen Sistema Nacional de Salud, la imagen es tan negra que ni retocándola con color como se hacía con los retratos en blanco y negro se semeja a lo que se entiende por un Estado de Derecho. Y es que parece que no hayamos salido de la picaresca.
CIRANO

No hay comentarios:

Publicar un comentario