PAÍS DE PILLOS

                              

Cada mañana, al despertar, escucho a la señora Blanco hacer esfuerzos para elevar a las portadas de la radio los titulares más llamativos. En un principio la actualidad, con el extraño comportamiento de los intereses en el mundo del este de Europa, rusos y europeos disputándose un trozo de tierra que tendrá interés geopolítico, pero que las reglas del juego después de dos guerras mundiales, creí eran más civilizadas.

Después, el mundo árabe, de nuevo palestinos y judíos haciendo de las suyas, con muertos desproporcionados. Si no, algo más al este, la cultura Yidahigista con comportamientos de tribus ancestrales, cientos de muertos para dominar un mundo dividido por los sabios occidentales y controlado por intereses económicos.

Unos minutos, cada vez más extensos, para los anuncios y llegan las noticias nacionales. Cada día un nuevo caso de corrupción, cuando no es la financiación de los partidos, es para intereses particulares, pero no unos pocos sino cada día se descubre uno nuevo. Les pone la policía un nombre nuevo y se expande por todo el territorio del papel impreso. Entra en el territorio judicial y cambia de velocidad, se enlentece  y las conclusiones llegan años después, cuando estos  asuntos ya están casi olvidados. Pero son tantos, que hacen mella en nuestras vidas, cuando estamos en una tertulia o con un grupo de amigos, lo primero la corrupción de todos los políticos, siempre generalizando y eso me gusta menos. No todos los políticos son unos chorizos, ni unos pillos, es verdad que algunos hacen carrera y sacan pingues beneficios, que otros en el mundo de las empresas y bancos, se apañan unas jubilaciones que se pasan de castaño a oscuro, y que mucho de los que aparecen son solo la cara descarada de una corrupción sin limites. Pero existe un interés residual, los conservadores sacan beneficio extendiendo la mierda cuanto más generalizada mejor. Porque la regeneración democrática es cosa de los que tienen contradicciones y eso no pertenece al mundo de los populares, quieren de forma clara y terminante no ya su propio beneficio, que también, sino llevar políticas e intereses al mundo de los que detentan poder económico y político.

En este sentido creo que se debe poner coto a todos estos desmanes, y elaborar de forma clara y terminante  unas normas de obligado cumplimiento para la regeneración de los comportamientos de la vida pública.

Quizás una vez que hayamos aclarado nuestros comportamientos, tengamos más luces para entender a los intereses de los contrarios, y los del mundo que suponemos ancho y ajeno.

INDALESIO  Julio 2014