EN DEFENSA DE LA GESTIÓN EFICIENTE DEL SANIDAD PÚBLICA




            Y de todos los servicios públicos: educación, agua, basura, ambulancias, bomberos, renfe, es decir, todo lo que es de todos, lo que se hace con el esfuerzo de todos y para el servicio de todos. Existe la creencia (que los funcionarios deben refutar con su trabajo) que la empresa privada gestiona mejor sus recursos que la pública los suyos. Es como decir que una persona se hace responsable si su trabajo es retribuido por un particular y que se convierte en un vago si su sueldo sale de los Presupuestos Generales. Bajo este supuesto, los primeros cuestionados deberían ser los políticos al ser los funcionarios más típicamente estatales. Otra cosa es el subconsciente, ese motor interno que funciona al ralentí haciéndonos ser lo que somos. Cuando los gobernantes hablan de privatizaciones, reconocen implícitamente que a gente como ellos no se les debería permitir tomar decisiones con cargo del Estado.
            Conviene, por otra parte, distinguir gestión de gesticulación. Los dirigentes que le ha tocado en desgracia a la Sanidad Pública Andaluza, que conocemos de cerca, son más gesticuladores que gestores y de ahí que los malos resultados contables haya que achacarlos a su incompetencia  y no a la escasez de recursos, como dicen ellos. Si se aplicaran a coordinar el patrimonio humano y armonizar esfuerzos en lugar de competir por espacios mediáticos, otro gallo cantaría. Resultan ser, no se si de manera consciente, más figuras de pasarela que entendidos de su oficio. Teorizan el contenido de la gestión suponiendo que aplicando algoritmos se consigue sacar adelante los hospitales y los centros de salud. Defienden que la eficiencia depende de la afiliación al pensamiento del político que manda y que los resultados se miden por la adulación de subalternos agradecidos.
            Parece que en la Escuela de Adoctrinamiento no les dicen que los mejores resultados se obtienen con trabajadores contentos y concienciados de su compromiso público: el viejo y manido contrato social; sobre todo si se trata de tareas intelectuales que necesitan actualización permanente, como ocurre en la medicina. Cometen la torpeza de confundir los hospitales con hoteles y a los enfermos con veraneantes, porque no acaban de entender que se trata de aplicar el método científico y no de un paquete de vacaciones. Su estrategia de gestión consiste en enturbiar el agua para que parezca profunda, pero se ahogan en los charcos aunque utilicen flotador.

CIRANO

2 comentarios:

  1. MANUEL RUIZ BENITEZ4 abr 2014, 21:09:00

    La gran diferencia entre lo público y lo privado, por lo menos en su concepción viene de muy viejo. Los funcionarios como siempre han tenido un trabajo en teoría fijo y el resto de los trabajadores tenían que buscarse la vida casi a diario, siempre hubo envidias celosas. También mucho de ellos no han sido lo más agradables que digamos con los ciudadanos, muchos se han visto superiores. Aún recuerdo en mi barrio, que cuando un funcionario salía a las 3 de la tarde máximo, el resto trabajaba hasta las 8 de la tarde. Opinión generalizada, una frase que dice mucho y es simple:" Es que tiran con pólvora del rey." En tus apreciaciones de los dirigentes de la Sanidad es muy coherente, acuerdate de una coplilla de Forges que decía RINCON DE MIS ENTRETELAS, CON MI PAGUITA OFICIAL ETC.ETC.
    Así nos va y al paso que va os, lo que te rondaré morena. Ayer hubo una manifestación contra el paro , los recortes y las politicas restrictivas, fuimos como 2.000 personas y en Málaga hay 210.000 parados. No estuvo bien publicitada, pero esa fue la realidad. Por eso digo lo de te rondaré morena. Saludos fraternales y los culpables QUE SE VAYAN.

    ResponderEliminar


  2. Lo que dice Manuel Ruiz interesa mucho porque delata que incluso dentro de la clase trabajadora (los funcionarios somos trabajadores) también se establecen clases. Eso, aparte de demostrar que el marxismo sigue vigente, añade una dificultad a la indispensable confluencia de fuerzas para combatir el capitalismo. Habría que dejar claro que un sistema que ejecuta 216 desahucios diarios al tiempo que rescata los bancos que estafan a sus clientes y las autopistas que no ganan lo que esperaban, no beneficia ni a funcionarios ni a trabajadores privados. Esa no es la cuestión y, amigo Manuel, no deberíamos hablar más de esto. Lo que denuncio es que la mala gestión de la sanidad pública hay que imputarla a los responsables políticos que no saben organizar el sistema. Estoy seguro que cada uno de los médicos que participan en El Garrotín pueden demostrar las incorrecciones que se cometen en su especialidad debido a la incompetencia de los gestores.

    ResponderEliminar