PERORATA DE UN JUBILADO DE LA SANIDAD ANDALUZA

   



Llevo 42 años trabajando dentro de un hospital, y realizando lo que me enseñaron y pidieron, curar heridas. Pertenecí a una Organización  controlada por Administradores, que dispuso de bastantes medios para crear una sanidad para los trabajadores. Con aquellos medios se pusieron  en marcha Ambulatorios, Hospitales y una estructura muy rígida que se fue ablandando  por la presión que algunos jóvenes comprometidos realizamos para conseguir participar en la gestión de aquellos recursos. Y no se consiguió, al menos yo no lo ví, pero algunos espabilados consiguieron dedicarse a administrar bienes públicos y fueron incrustándose dentro del aparato burocrático y profesional.   
La profesionalización costó muchos recursos, se crearon Escuelas de Formación y una administración enorme para poder controlar la descentralización de la Sanidad, y durante todo este largo periodo siempre se contó con los profesionales sanitarios, es más siempre nos decían que nada se podría hacer sin contar con los sanitarios.
Aquella administración de la salud andaluza, modificaba ideas para avanzar sobre la Gestión, se trabajaba por proyectos concretos y se median resultados, los equipos de trabajo conseguían medidas para mejorar la salud de los andaluces y una muy importante dinámica se establecía para poder mantener vivo todo el aparato productivo de la organización.
Desde fuera siempre se nos vio, como unos privilegiados y en verdad lo éramos, aunque los emolumentos fueran ajustados, teníamos un trabajo fijo y una proyección laboral   
sólida, y siempre se contaba con los dos pilares de la sanidad, el enfermo y el sanitario. Quizás por el enorme volumen de recursos que se manejaba, nuestro trabajo de Gestión siempre estuvo en entredicho, y se nos tachaba de poco cuidadoso en su administración.
Conforme se iba asentando la cualificación científica del trabajo sanitario y el grado de satisfacción de los usuarios aumentaba, parecía haberse conseguido una deseada excelencia que era la envidia de propios y extraños. A la cabeza de estas satisfacciones se encontraban los profesionales más cualificados y más implicados, con herramientas de Gestión novedosas y que se apoyaban en el colectivo sanitario.
Y entonces vino la crisis económica, algo que no debería significar merma para la sanidad según manifestaban los más altos dignatarios de la Comunidad. Pero no, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, comienza la eliminación de cargos intermedios, toda la estructura de los médicos y de los enfermeros son sustituidas por otros con un perfil algo más especial, la docilidad. Los presupuestos caen cada año en dos mil millones de euros, la estructura de compras se modifica con criterios absurdos, y obligan a usar recursos de mala calidad y según intereses poco claros. Los nuevos contratos son muy escasos, y sujetos a una reducción del 25%, no existen sustituciones por enfermedad, se retienen del sueldo las pagas extras y los complementos específicos, en fin algo que ya conocen todos los ciudadanos.     
Toda estas generaciones que se jubilan en estos años, fueron la que pusieron en marcha la Sanidad Pública, la que realizó un enorme esfuerzo para conseguir mejorar la salud de los andaluces y la que con gran pesar contempla con estupor como todo se va disolviendo y destruyendo. Nadie pide opinión a los viejos sanitarios ni por supuesto a los jóvenes, e incluso les hurtan la categoría profesional conseguida por una oposición legal.
Les digo que una organización que trata de esa manera a sus mas provectos profesionales va por mal camino, que los jóvenes que quedan están desmotivados y llenos de desconfianza, porque no existe estabilidad en proyecto sanitario alguno y todos vamos por una deriva que nos llevara a las escolleras.    
 Sin objetivos, sin ningún proyecto concreto, y solo con los cambios de los referentes (gerentes) se quiere modificar la sensibilidad de la gestión. Ahora toca un  político dialogante se dice en los tajos, veremos que significa eso.
 Aunque las políticas sean cambiantes, debe existir una estabilidad en los principios básicos, que nunca se modificara aunque cambien los responsable. Otro principio básico para la estabilidad será el desarrollo y mantenimiento de la autogestión de los profesionales, olvidándonos de la trágica travesía de la Gestión de control que se ha planificado con el uso torticero de la Unidades Clínicas de Gestión, entregado en exclusiva al control impuesto y sin ningún tipo de interés para el profesional.
En fin que la Gestión desde el centro del poder de Sevilla, jamás dará frutos y que la multitud de Agencias que se dedican a, supuestamente, mantener en pie la Sanidad Andaluza es solo gasto y ninguna utilidad para los ciudadanos y los profesionales.
Necesitamos buenos gestores, con principios sólidos de mantenimiento de la Sanidad Pública, que se les pidan resultados con transparencia, que las campañas de información de nuevos argumentos y elementos de Gestión sean transparentes y claras, que el ciudadano pueda entender y el profesional se sienta participe, y sin  los incentivos de por medio. Y a los responsables políticos de mayor rango, se necesita que crean en el Servicio Público y no en la administración de recursos para otros fines.
Solo así podremos sentir que nuestro esfuerzo de años a tenido algún sentido, y podremos descansar en paz y sentirnos orgullosos de nuestra sanidad.


INDALESIO Febr.2014  


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