¿Los políticos
para quién hacen su “trabajo”? Para
ellos o para el pueblo.
Los que sufrimos la dictadura y su represión, casi
todos pensábamos que con la llegada de la democracia, hacer política seguiría
siendo el esfuerzo de las personas para con su pueblo y que contaría con el
agradecimiento de los ciudadanos que verían en la práctica una mejor vida, más
educación pública, más y mejor sanidad también pública y mejores viviendas para
todos, la posibilidad de distribuir mejor el trabajo, para darle más tiempo al
ocio y a mejorar la subsistencia y más tiempo para conjugar trabajo y familia. Y así un largo y extenso etcétera.
Pero algunos fuimos unos ilusos y frustrados; tenemos
grandes problemas con los reiterados recortes en la educación y la sanidad
públicas, y la ley de dependencia en la práctica brilla por su ausencia. Son
los bancos los que tienen más viviendas y cada día son más las familias
desahuciadas y también cada día se trabaja más horas y nos jubilamos más tarde,
gracias a la Reforma Laboral que apagó lo conseguido durante muchos años de lucha
y esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras, por lo tanto hay problemas en
las relaciones familiares y el paro galopa como dice la copla: Como el
viento…., y sin que nada ni nadie lo pare.
Ante todo esto, los políticos siguen en el machito de
legislar para ellos, buenos sueldos, buenas dietas, viajes como los ricos,
jubilaciones a los pocos años de ser “empleado público” ( no hablo de los que
lo hacen en los pueblos pequeños y algunas honrosas excepciones ) y cuando ya
no lo nominan en las listas electorales, los colocan el las “listas” de las
Empresas Públicas o de las pendientes de privatizar o en instituciones obsoletas
que sólo tienen un nombre rimbombante como el Consejo de Estado, Tribunal de
Cuentas, etc.etc. Utilizando la llamada “puerta circular” y colocando en
Consejos de Administración de los bancos, algunos de ellos ya nacionalizados.
O sea lo que pensábamos, era como Alicia en el País de
las Maravillas, la triste realidad es otra. Mayoría de políticos contra mayoría
de ciudadanos, siempre ganan los primeros y no hablamos de poder protestar
pacíficamente en una calle, en una plaza o frente a una institución pública o
privada. Nada de nada, vallas y fuerzas de seguridad; que es esos momentos se
convierten en represivas, acordonando y
porras en ristre, palos por doquier.
¿Esta es la libertad por la que luchamos y creíamos ?
De todo sólo nos queda la INDIGNACIÓN POR EL ENGAÑO que estamos sufriendo y no sabemos como explicarle todo
esto, no ya a nuestros hijos, que hemos procurado hacerlo hace años, pero los
que ayudamos a explicarles y educar a nuestros nietos en sus deberes escolares,
no sabemos como definir les sobre todo entre CIUDADANOS Y VASALLOS.
MANUEL RUIZ BENITEZ
Cada día estoy más convencido de que la historia se repite y que la filosofía marxista continua siendo una magnifica herramienta de análisis político.
ResponderEliminarPero no olvides que el capitalismo y sus diferentes ropajes siempre desean un insaciable ambición de poder, dinero, y un poder oculto, el sádico voyerismo de ver sufrir al prójimo. Nada de darle tregua al enemigo de clase, cada día un paso más contra su poder.
Esos que Manuel Benitez llama ilusos en su acertado comentario, no son sino gente honrada, empezando por él mismo. Durante la crisis del 29, que por su extensión y sus estragos se puede comparar con la actual, la gente estaba dispuesta a pelear (Las uvas de la ira) y ahora no. Perder una revolución es perderlas todas. La revolución de 17 se perdió en el 89 a escala mundial y la española del 31 se perdió en el 39 para siempre. Da la sensación de que estamos en la misma situación que en el año 1930: un borbón en el trono, paro, corrupción, precariedad laboral, pobreza e incultura; mientras aumentan los muy ricos y los muy pobres (esto no es demagogia, es estadística). Parece un sarcasmo, pero lo que ha hecho España en casi un siglo es ir de un borbón a otro borbón pasando por Franco. Se ha avanzado, sin duda, pero estamos en el mismo sitio, sin que ningún partido haya sido capaz de mantener la herencia de la segunda República que ha sido el reto cultural más importante de la historia de España.
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