Crecido tras las elecciones gallegas, Rajoy pensó que era un buen momento para desratizar Génova. El cuadro no pintaba nada bien: ninguneado en Europa, emparedado entre albertos, sin un peón de confianza para la vicepresidencia económica, le molestaba el run run de la ratita consentida que mientras trabaja en el subsuelo canta aquello de “aunque me voy no me voy, aunque me voy no me ausento, aunque me voy de palabra, no me voy de pensamiento”.
No es que lo hubieran sacado a hombros, pero intuyó que una vuelta al ruedo recogiendo ovaciones no le vendría mal; por lo que embutido en un terno tabaco y oro, agrandado el paquete con algodones y recogido el capotillo de paseo al hombro, se lanzó a la calle hacia La Castellana. Conforme avanzaba fue cogiendo modales que confirmaban la opinión de que el hábito hace al monje; hasta el contoneo de caderas y el vaivén del brazo lo animaban a lanzar el desafío de Paquiro presumiendo de valiente, de torero y de gitano.
El respiro de la euroliga le sirvió para dejarse ver ante un pueblo que estaba en lo suyo sin las preocupaciones del paro o la política, con lo que aplaudir los goles del Madrid y lamentar los del Barsa era una garantía. Vestido de picador daba usted miedo, le comentó un castizo apoyado en la barra con el palillo entre los incisivos y el aguardiente en la garganta. Es lo que pretendía amigo, contestó quitándose la montera y poniéndola bocabajo en el mostrador; ¡pago una ronda al que guste! gritó como si brindara desde el centro de la plaza, a mi no me afeitan los toros como a otros, le comentó a ese que llamaba su amigo. Eso es maestro, contestó el chulapo, lo primero es sentar bien los pies en el ruedo. Es lo que hago, contestó Rajoy tieso como una vara sin dar confianzas, pero no crea que es fácil, estos bichos derrotan por los dos lados, están más resabiados que doña Esperancita. A esa no la miente usted porque tiene terne. Terne tendrá, pero no me negará usted que, además de terne, gasta una mala uva de cuidado. En eso estamos, contestó el castizo, que en estos tiempos no se puede andar uno con paños calientes; aquí en donde me ve ya he echado los papeles para el casino de Torrelodones. Ahí si que me los ha tocado compadre, respondió Rajoy, ya me dirá usted como caso yo ese ratón con Rouco Varela amenazando. Pues mándele que bendiga la obra como hacía Franco y luego le pone una capilla para que se cambie por si quiere jugar de incógnito. Lo que necesito es un raticida, tengo la sede infestada de ratas blancas, confesó Rajoy recordando que prefería cien veces entenderse con el feo de van Rompuy que con la castiza Lola tocada de mantilla. Por lo menos no son rojas, comentaron algunos parroquianos que se acercaron al grupo en el descanso. Blancas o rojas se están comiendo la mayoría absoluta como las campañas en Europa se comieron el oro de las indias. Hay que ver lo que sabe este espada dijo un patán al escuchar aquella erudición, por algo torea en Madrid. Al percatarse del elogio, algo que no sucedía desde que murió su abuela, se le ensanchó el pecho y se lanzó a la calle dispuesto a privatizar hasta el juzgado de guardia, pero en la puerta se había organizado una manifestación que le obligó a salir por una ventana y pedir el helicóptero que lo recogió en el terreno de juego del Bernabeu, justo cuando iba a empezar el segundo tiempo.
CIRANO
Si definitivamente me gusta la ironia, el quitar relevancia a los amos, el reir y dejarlo que se crean algo, el enorme ridiculo que hacen en este ruedo iberico. Me lo imagino sentado en una taza del retrete apretando lo que su vulgar
ResponderEliminarcuerpo produce tanto por el culo como por su mente, lo unico que somos igual de humanos, pena que seamos de razas parecidas, él primigenio y nosotros pobres de recursos y plenos de ingenio.