LAS MIL Y UNA NOCHE DE RAJOY






Yo quisiera no hablar de política o hacerlo de manera indirecta, pero el editor prefiere la denuncia. Por algo esto es un libelo al que tratamos de desinfectar a base de ironía. De todas maneras nunca deberíamos dejar de hablar de Scherezade, imagen de quien se salva con la palabra o, siendo más preciso, con el cuento. Pero no todo el mundo es Scherezade, no todos saben hilvanar historias con dignidad, puede que piense el editor y en eso lleva toda la razón. Lo que no sabemos es si el cuento se lo tenemos que contar los ciudadanos al gobierno para que nos perdone la vida o si es el gobierno el que tiene que mantener día tras día la ficción para tenernos adormecidos. Por ahora son ellos quienes nos dejan colgados cada noche con fábulas de espíritus benéficos, para soltarnos por la mañana la fiera que nos muerde las entrañas.
Aunque pudiera parecer uno de los mil cuentos, ocurrió un día, que un anciano de cabellos blancos mientras paseaba pensativo por un parque de la capital, tropezó con Rajoy que llevaba del ronzal una cabra. Esta era la deuda, le dijo al anciano nada más verlo, vivía conmigo sin darme trabajo hasta que llegó un genio y la convirtió en cabra. ¿Por qué no la ordeña? le preguntó el anciano. Porque es arisca, contestó Rajoy, cada vez que trato de echarle mano a la teta me da un cabezazo y me aparta. Intente distraerla poniéndole brotes verdes para que se entretenga, sugirió el anciano, quizás lo que le ocurre es que tiene hambre. Hambre si que tiene, indicó Rajoy moviendo la ceja izquierda como si intentara cerrar el ojo sin querer, se traga todo lo que le echen, pero no me pierde de vista y eso que tiene las ubres a reventar. ¿Por qué no le habla en alemán? Porque no se alemán, se lamentó Rajoy. Entonces háblele inglés, hoy día todas las cabras saben inglés. Pero yo no se inglés, lo único que chapurreo es francés que es lo que estudié en el colegio del Sagrado Corazón. Y sus ministros, preguntó el anciano ¿no saben idiomas? Si saben pero la cabra solo quiere entenderse conmigo, aparte de que tampoco me fío ni un pelo de su afán de protagonismo, ya sabe usted que aquí se mueve uno y le quitan la silla. ¿Y dice usted que es alemana? Qué va, es de Padrón, como yo, pero al trocarla en cabra ha salido alemana, además del este. Entonces déle trigo, en la República Federal Alemana eran muy recios. Más que recios son sosos, aseveró Rajoy. Tampoco es que usted sea la alegría de la huerta, puntualizó el anciano. Pero por lo menos fumo puros y cuento chistes. Y si le plantea un trato, propuso el anciano, le dice que mientras la tenga entretenida contándole chistes dejará de fastidiar a media Europa. No se si tendré cuerda para tanto, se sinceró Rajoy. Haga un esfuerzo hombre, concluyó el anciano mientras desaparecía, por intentarlo no se pierde nada.

CIRANO

1 comentario:

  1. Llevas razón Cirano, tengo exacerbado el centro de mi corteza cerebral que se encarga de la crítica, pero hago esfuerzos para controlarlo.
    Una de las quejas que me plantean nuestros lectores es que no entienden bien nuestro lenguaje, pero ya acordamos que no se debe bajar el nivel, sino que escribiriamos más claro y directo, por supuesto sin desmenecer con la ironia.

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