Si hay que guiarse por el clamor popular, como dice Mas llevando el agua a su molino que no sabemos si resultará gigante, ¿por qué no se baja el precio de la gasolina y se procesa a los políticos corruptos, incluidos los que amparan el desfalco del Palau de la Música de Barcelona? Vox populi, vox Dei si se pide independencia pero vox populi vox daemon si se pide justicia ante el Congreso. El argumento de que se trata dereconocer la lengua, la singularidad y la identidad catalana me parece de una simpleza de taberna; con estas mimbres se pueden segregar varias docenas de nuevos estados en Europa. A mi modo de ver el único pueblo singular que transita por España es el romaní, que sigue pasando de todo como si la cosa no fuera con ellos. No solo es que tengan leyes, lengua y costumbres herméticas y propias, es que tienen gracia. Quitando a los gitanos, los demás somos la misma tribu ibérica, inculta, desprovista de valores cívicos, vocinglera y, para colmo, católica. Las singularidades, sobre todo si son artificiales, separan y lo que se necesita ahora es la colaboración. Los intelectuales deben unirse contra la incultura, los ciudadanos contra los políticos y los banqueros. El sentimiento de nacionalidad apunta a una supuesta superioridad inspirada en una verdad intangible. El ejemplo más emblemático es el pueblo judío que pretende ligar su destino a la mismísima palabra de Dios. El mimetismo es la base del aprendizaje primitivo (los niños, los monos y los nacionalistas aprenden por imitación). El nacionalismo español apuesta por la superioridad del catolicismo, aguas en las que bogan a sus anchas vascos y catalanes. La pela es la pela, es un signo identitario demasiado vulgar para tomarlo en serio, hasta la señera es roja y gualda como la española. Su singularidad es de la misma consistencia que els castellers que se desploman antes de tomar altura. Si por lo menos hablaran claro podríamos entendernos: federación de intereses en el más puro sentido neoliberal sin cohesión ni solidaridad. Aunque ya verán cuando vuelen solos, porque Cataluña tampoco es que sea un ejemplo de originalidad: ni el cava, ni las manufacturas, ni los servicios son algo exclusivo. Más carácter tiene la paella valenciana que el pan catalán que se consume por todo el Mediterráneo sin apellidos, más populares son las sevillanas que la sardana, más universal es la Alhambra que la Sagrada Familia. No se trata de entender, la única razón aceptable para el separatismo es que no quieren seguir formando parte del estado español y al igual que sucede con el divorcio, no deberían tener que demostrar nada para poder irse. Tampoco debería distraernos este asunto de lo que realmente interesa.
CIRANO
Mire Cirano, los nacionalistas tienen un cuerpo ideológico conservador, algunas excepciones en los vascos, fruto más de su confusión historica que de convencimiento. Y los catalanes son pedigueños y se han acostumbrado a pedir a cambio de apoyos políticos. Historicamente hemos sufrido los desplantes de los nacionalismos, pero yo ahora creo estando en Europa poca cabida tienen estas soflamas patriangueras y secesionista. Es aburrido y poco interesante que quieran separarse del resto de sus compatriotas, porque algunos años llevamos juntos, o no?
ResponderEliminarAmigo Cué, el problema lo tiene la socialdemocracia que no dejó claro si la renuncia al marxismo incluía también la del estado de bienestar. En Cataluña los ciudadanos se manifiestan contra los españoles por Las Ramblas, hermanados empresarios y trabajadores escenificando que la lucha de clases se convierte en lucha de trajes: burgueses limpios travestidos de progres mezclándose a su pesar con sudorosos trabajadores en mangas de camisa usada. El PSC no sabe si alinearse en la multinacional burguesa o en el movimiento obrero, mientras Rubalcaba asiste al congreso de los socialistas europeos. No hay motivos para pensar que esta gente sea capaz de sacarnos de la crisis.
EliminarPARA EL GARROTIN SOBRE CATALUÑA
ResponderEliminarMe parece muy interesante este pequeño artículo, ya que el tema da para un tomo como El Quijote. En primer lugar y para centrar el tema hay que dejar claro que todos, absolutamente todos los nacionalismos son de la derecha más insolidaria de cualquier espectro político, pero en este caso puesto que históricamente así ha ocurrido a través de los tiempos Cataluña ha sido una creación de intereses de alcobas, matrimonios apañados de reyezuelos y condes y ya para muchos historiadores Cataluña, significaba “tierra de castillos”.
Al sacar en estos momentos por parte de los nacionalistas-cristianos, la posible convocatoria para un eventual referendun por la autodeterminación de Cataluña , a mi juicio no tiene más sentido que meter debajo de la alfombra del soberanismo los grandes problemas dentro de la gran crisis-estafa que como parte del Estado español tiene y además agravados por su propia mala gestión política, estos que pertenecen a la Internacional Demócrata-cristiana .
Meten debajo de esa oscura alfombra, para que no se vea no se huela, su parte en wl caso Gürtel, los grandes recortes en Educación e Investigación, unida al copago sanitario, cuyo recorte es de los mayores del resto de las autonomías responsables del sistema. La denuncia en su día de Pascual Maragall sobre el supuesto 3 % de comisión cobrado por querer ser adjudicatarios de obras públicas catalanas y o sacar totalmente a la luz los “robos” en la caja del Palau, donde no había ni atriles donde poner los pentagramas. Todo viene de antaño, la actuación de la “gran familia”, comenzando por el gran fraude y primero de un banco, como lo fue lo de Banca Catalana, dirigida por el gran capo y su señora, jefa de taquilla de la posible corrupción, y el actual heredero, demandado por cohecho con adjudicaciones de servicios de la generalidad, pero todo bajo la alfombra, sólo sospechas y nada aclarado.
Es un gran momento para abrir el debate, pero no sólo en Cataluña, el resto del país también tenemos que opinar, decir y con fuerza.
MANUEL RUIZ BENITEZ.