LA LEY DE DALTON Y LA LIBERTAD DE LOS MERCADOS

El egoísmo y la avaricia son virtudes (la palabra virtud viene del latín vir que significa varón y puede que también de vis que significa fuerza. Al principio debió de tener carácter de masculinidad: ser virtuoso era cosa de hombres, (como casi todo), digo que el egoísmo y la avaricia son virtudes que trabajan para mejorar las condiciones de vida del que las posee. Funcionan desde la individualidad, preferentemente masculina, siguiendo la ley de Dalton de los gases: en una mezcla de gases no miscibles, cada molécula de gas actúa como si estuviera sola. Es decir, cada gas se comporta como si no hubiera otro gas presente. El egoísta, como los gases, va a lo suyo, actuando como único ocupante del espacio social. Desde el pensamiento neoliberal que ilumina al mundo, quedarse con lo de todos, o lo que es lo mismo, privatizar el esfuerzo económico de muchos años y de muchas generaciones, es coherente con el objetivo de colonizar el espacio disponible y parte del no disponible, si lo hubiera. En ese entendimiento, robar puede ser, para muchos políticos neoliberales, ajustarse a la lógica expansiva al actuar con la misma congruencia que cuando afirman que la amnistía fiscal ofrecida al crimen organizado, como lo describe Juan José Millás, es un ejercicio de recaudación, porque menos da una piedra. La ley de Dalton es una abstracción que trabaja en el supuesto de que los gases fueran libres, pero en la realidad, no les queda más remedio que ajustarse al espacio que les corresponde por mucho que sueñen en ocupar algún día todo el recipiente. También los neoliberales tienen que sujetarse a las condiciones que se les permita y su empeño expansivo es raro que no haya chocado ya con la necesidad de supervivencia de la mayoría de la sociedad. Quizás estén esperando oír con claridad la voz que les diga ¡hasta aquí hemos llegado compañeros!momento en el que empezarán a recular hasta su verdadera dimensión. Es un decir.

CIRANO