CARTAS AL ROJO VIVO




            Antes de retirarse a sus cavilaciones Santiago Individuo me dejó una libreta con el título “Cartas al rojo vivo”, sin aclararme, como suele ser normal en él, si se refieren a un rojo o colorado, amigo que fue suyo, del que decía que era el más vivo del grupo, el que más medraría en política y el que más claro tenía lo que era aquel juego en el que se embarcaron los mentecatos jóvenes; si el título aludía a cosas ardientes, al rojo vivo como suele decirse o si se refería a las vivencias de su propio padre, un rojo superviviente de uno de aquellos paseíllos que daban los fascistas a los republicanos por el mero hecho de ser demócratas. Entre leyendo, es decir, leyendo entre líneas como era costumbre en la época agria, se ve la preocupación por asuntos que parecen livianos pero que a la postre resultan ir lastrados con cargas de profundidad. Santiago Individuo buscaba el origen de lo radical. Solía decir que cuando su ateísmo se consolidó, se dio a leer la Biblia tomando apuntes de los que sacó material para la novela “La muchacha codiciada por el mar”, de linda portada y poco más. Al ser la Biblia el libro que más ha influido en el pensamiento de Occidente, a pesar de ser poco leído, resulta esclarecedor rastrear sus ideas para entender conceptos e intuir comportamientos. Santiago Individuo pensaba que la radicalidad es un atributo del propio Yahvé, quién necesita poco para actuar con rigor destemplado, según se deduce del castigo genético que infligió a la humanidad por el mal explicado asunto de la manzana.
            Curiosa es, sin embargo, la parte de esta verídica historia que refiere las relaciones de Moisés con su suegro. Como se sabe Moisés era egipcio de nacimiento y se casó con Séfora a la que despidió antes de la huida a pesar de tener dos hijoscon ella. Séfora era hija de Jetró sacerdote de Madián del que se puede decir que sabía el terreno que pisaba. En cuanto que se enteró de la fuga de su yerno, cogió a la familia de Moisés y en un santiamén consiguió lo que no alcanzó el Faraón con toda su corte, es decir, localizar al fugitivo. La Biblia detalla el recibimiento y los parabienes que se hicieron los enemigos en un alarde de diplomacia que quizás merezca ser inscrito en los actos fundacionales de esta disciplina. Sin enseñar sus cartas, cada uno hizo lo que convenía. Moisés dispuso derroches de magnate y Jetró recetas de clérigo resabiado. Mientras el patriarca impartía justicia, gobernaba y ordenaba el cotarro, el otro ofrecía Holocausto al verdadero dios. Después se pasaron a cenar y en la sobremesa Jetró instruyó a su yerno en el tejemaneje de la religión con ideas que merecen ser transcritas literalmente: “No está bien lo que estás haciendo. Acabarás agotándote, tú y este pueblo que está contigo; porque este trabajo es superior a tus fuerzas; no podrás hacerlo tú solo. Así que escúchame, te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo. Sé tú el representante del pueblo delante de Dios y lleva ante Dios sus asuntos. Enséñales los preceptos y las leyes, dales a conocer el camino que deben seguir y las obras que han de practicar.” Ni que decir tiene que Moisés hizo caso a su suegro y a los pocos días escenificó lo de la zarza ardiente, aunque tuvo que cargar con la repudiada Séfora y los retoños Guersom y Eliezer. Por su parte Jetró se volvió a su tierra y a su iglesia sin que conste quemantuviera la palabra que venteó ante Moisés sobrela supremacía del judaísmo.
            El resto es bien conocido. Moisés asistió al parto de los montes y bajó ilusionado con las tablas de la ley, aunque las hizo añicos al ver las desviaciones de su pueblo quese había dado a la idolatría, el vicio griego; eran sensuales: le hacían casos a sus sentidos; eran libres: creían lo que veían. Pensando en los consejos de su suegro rectificó a tiempo y concluyó que una cosa son los asuntos divinos, de por sí radicales e inflexibles y otra la política, el comercio o el convivir. Sabía que si lograba sustituir la teogonía griega por la teología bíblica la humanidad no se recobraría nunca de esta tragedia. Así que, a partir de entonces mantuvo el carácter divido de las guerras y a lo demás lo humanizó de modo que el fuerte fuera más fuerte, el grande más grande y el débil más débil. Hasta el advenimiento del neoliberalismo.
ELGARROTIN

1 comentario:

  1. Parece como si Santiago Individuo tratara con ironía, incluso sarcasmo, a los intermediarios y representantes, olvidándose del importante papel que juegan en la sociedad, no solo religiosa. ¿Qué son los políticos sino representantes del pueblo al que defienden del pasteleo del mercado? ¿Y los banqueros a los que confiamos nuestros ahorros para que los negocien en su beneficio y, además, nos cobren por ello? ¿Qué tienes en contra del intermediario que arruina al agricultor y estafa al consumidor? ¿Tienes algo que objetar a las agencias de calificación que son juez y parte en el negocio de las primas? Si no hubiera representantes y mediadores no es que no existiría el Vaticano y su pompa, es que no habría especulación ni beneficios desorbitados. Con que un poco de coherencia y resignación, Individuo corriente y moliente.

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