DESTINO
El hombre proviene de un animal que se dedicaba a tiempo completo a obtener alimento y asegurar la descendencia. Ambas actividades las llevaba a cabo quien desarrolló musculatura; la inteligencia estaba por llegar. La guerra de Troya documenta que en esa época ya habían solucionado lo primero pero no lo segundo. Mantener la vida y procurar continuarla son los dos mandatos a los que obedece la especie, lo demás es cultura, pero sigue siendo lo mismo. La obtención de comida ha requerido cada vez menos tiempo hasta llegar a la versión rápida. El apareamiento hace tiempo que es cosa de dos aunque no siempre para la reproducción. Sin preocupaciones alimenticias, la mitad de la población desahoga el instinto de cazador sin haber perdido la tendencia primitiva de dominio del fuerte sobre el débil, pero sin necesidad de demostrar que es el macho dominante. El mercado, agazapado en el poblado reproduce el papel del varón inútil que se quedaba al cuidado de las mujeres y las crías porque carecía de condiciones para luchar por la comida y las hembras. Del incapaz para la pelea surgió el religioso y el comerciante que acompañaban a los ejércitos para abastecerlos y confortaros. Ahora son los amos. El mercader despliegan estrategias para someter a las masas domesticadas por la religión tecnológica predicada por los medios. Seguimos siendo una tribu en la que los luchadores han sido sustituidos por druidas y tramposos.
EN MANOS DE QUIENES ESTAMOs
Sotades era un poeta alejandrino que componía versos que leídos al revés tenían un sentido indecoroso. Se pueden observar por la ciudad de Málaga paneles de publicidad pagados por un sindicato de clase en los que se apuesta por los funcionarios que la Junta de Andalucía quiere desfuncionariar. Haciendo una lectura sotádica del anuncio puede uno entender que el citado sindicato ha pactado con la Junta la medida que dice combatir y que está de acuerdo con la parte del pastel que le toca antes de perder las elecciones.
Nada más cierto que esto que cuentas, amigo Cirano. En este mundo de trileros, uno ya no puede saber, donde está la bolita. Nuestros representantes hace tiempo que dejaron de actuar y ahora no son más que desdibujados caricatos, así que no puedo más que subsumir la perplejidad que produce ver a los Ponses encabezando manifestaciones a favor de los polisarios o al sindicato paladín a ultranza de los privilegios del funcionario, convertidos en los defensores de la Funcíón Pública como servicio a los ciudadanos. De pena... o quizá de risa, según te pille el cuerpo.
ResponderEliminarEn manos de quiénes estamos? Pués en las nuestras Cirano.Sinceramente creo que ya hemos despotricado suficientemente de nuestros dirigentes o mejor dicho, no, no nunca es demasiado claro, pero aún así, y lo siguiente, para cuando?
ResponderEliminarEs decir cuáles son los caminos si los hay y nosotros, somos muy diferentes a los que nos dirigen? o necesitamos algo de autocrítica, mejorar el ingenio y quizás una pizca de responsabilidad ....
¿DEPENDEMOS DE NOSOTROS?
ResponderEliminarQue el mundo es complejo no es ningún descubrimiento brillante, ni ingenioso, ni original. Casi lo mismo que pensar que se puede terciar en su deriva. Las religiones siembran fatalismo para dejar las manos libres a los poderosos; los intelectuales tratan de contradecirlos con razones. Una de las características de las sociedades modernas es que a medida que aumenta la libertad, disminuye el grado de libertad para movimientos espontáneos. Hoy nos filman en pelota en los aeropuertos y distribuyen las imágenes, nos dejan expresarnos a través de la red pero guardan lo que escribimos, nos gravan por las calles aduciendo que nos protegen de peligros que vaya usted a saber quien los organiza. La historia de la historia es el relato perpetuo del descontento de los intelectuales frente al poder establecido. Es como al amagar y no dar del juego infantil: mantener la ilusión de que algo imprevisto, imaginativo y nuevo pueda trastocar el orden establecido. Si alguien tiene la fórmula que permita iniciar el movimiento subversivo que lo diga.