LOS PAPELES DE BIRLIBIRLOQUE

“Mi punto flaco,” o el poder de las soflamas ideológicas





En una exaltación de fervor y alineación total, durante unos ejercicios espirituales, tras las amenazas de ser abrasados eternamente por el fuego, por presentarse ante Dios con las manos vacías; ¡¡¡ más bien sucias,como Marylin Monroe!!! Y la incitación a reconocer los propios pecados para librarse de tales horrores del averno, el director de los ejercicios pone como ejemplo de fervor y devoción a los alumnos de otro internado. Entre ambos colegios florecía la rivalidad como hongos con la humedad. El crescendo inflamatorio de las palabras del predicador desencadenó una emulación superadora de los rivales. Entonces uno saltó al pasillo de la capilla y voz en grito confeso sus numerosos pecados. El contagio prendió como fuego en pasto seco y uno tras otro vociferaron a pulmón batiente sus pequeñas miserias. Y héteme aquí que uno de los niños mas rezagados, por fin saltó también al ruedo y grito: “Señor , Señor , dame en mi punto flaco.” Una carcajada colectiva, al unísono, incontenida, estremeció la capilla. Para sorpresa y cólera del predicador, que deambulaba de un lado para otro en el altar mayor, como tigre enjaulado. Solo mas tarde medio aceptó explicaciones. Y es que el ultimo que confesó sus debilidades era el hazmerreír del grupo, porque tenia “carne criá en la nariz” (una rinitis hipertrofica), que le impedía respirar y con frecuencia entraba en disnea, limitando sus carreras tras la pelota. Llevaba un tratamiento, el ultimo que le habían prescrito consistía en meter la nariz en unos polvos y como le daba mucha vergüenza decidió hacerlo de noche, a escondidas, metiendo su narizota dentro de un vaso en la taquilla, cuando pensaba que todos dormían. Era un dormitorio, corrido, para un centenar de chavales, preadolescentes, con los efluvios testosterónicos a flor de piel; las taquillas individuales en el centro del mismo lo separaban en dos partes. Pronto alguno descubrió la maniobra y con discretas tosecitasa anunciaba la peregrinación a las taquillas de nuestro tímido, confeso y contrito protagonista. Cada noche crecían las tosecillas alertando sobre la cura, hasta que alcanzaron categoria de sinfonia desafinada y desistió de hacerlas y prefirió seguir con sus ahogos y su timidez. Por esos días es cuando él grita, participando en la efervescencia piadosa: “Señor, Señor, dame en mi punto flaco”
BIRLIBIRLOQUE



No hay comentarios:

Publicar un comentario