Conocemos el picor de nuestros instintos porque son los que nos arrastran a vivir; desde los elementales que nos llaman a comer y a follar, hasta los sublimes que nos inspiran pensamientos elevados como puede ser escribir para el Garrotín. De lo que no tenemos constancia porque nos llegan pocos mensajes es del instinto de la especie.
La especie funciona como un gran organismo, como una colmena o un hormiguero gigante. Tras procesar los estímulos que recibe del ambiente, elabora estrategias para superar las agresiones que el hombre causa a la tierra, su irrenunciable casa de momento. Sin que exista un pensamiento racional que lo incardine, la especie traza la trayectoria que más le conviene para la supervivencia.
Cuando la cosa empezó a ponerse fea porque la comunidad humana acumulaba más individuos de los que cabían y los recursos no dan para más, la especie buscó salida a través de tres objetivos: concentrar la riqueza, potenciar la biología molecular y estimular la tecnología espacial. Había que crear seres diseñados para soportar la ingravidez, el aislamiento y otras condiciones de vida exterior, fabricar máquinas capaces de sacarlos de la atmósfera y, lo más importante, colocar al frente de las decisiones a unas pocas personas. La salida hacia otros mundos está ya en marcha. Para ello inspiró la globalización que es el primer paso hacia la colectivización de donde surgirán individuos sumisos dispuestos a cualquier sacrificio.
Así las cosas, los intentos de realización personal, el individualismo, la creatividad y toda suerte de valores personales tienen el mismo porvenir que el que pudiera tener la protesta de una hormiga errática, contestataria que quisiera subvertir el orden del hormiguero. La maquinaria activada por la especie para tratar de superar el desastre que le espera si continua por donde va es poderosa. Un reducido número de personas pertenecientes al mundo de las altas finanzas ha decidido ya el tipo de clonación adecuada a sus planes. Las discusiones que distraen a parlamentos o escuelas sobre autorización de técnicas biológicas que respondan a una ética va a tener el mismo efecto que tuvieron las prevenciones sobre la idoneidad de fabricar y tirar bombas atómicas sobre poblaciones civiles.
En laboratorios privados, financiados con inagotables recursos, sin limitaciones éticas ni otras monsergas, se están fabricando prototipos de seres resistentes a las condiciones extremas que tendrán que afrontar los pioneros. El meneo de la crisis ha sido una escarda para eliminar la morralla de empresas que dificultan más que ayudan el crecimiento de las que cuentan con raíces profundas. Después de esto serán muchos menos los que se atrevan a toser, los que no se conformen con lo que se ofrece, los que piensen que desde las bases se puede generar algún movimiento de réplica.
Como en la gestión de las armas e instrumentos espaciales nunca ha habido controversia, el futuro depende del momento que elijan los jefes para dar a conocer el nuevo individuo que no parece vaya a acercarse al superhombre de Nietzsche sino, más bien, al utilitario de Orwell.
CONTROVERSIA
Cuando entró en la habitación la encontró desnuda, abandonada en la cama como una rama a la deriva. Tenía las piernas separadas y los brazos descansaban despiertos, delatando la serena inquietud que la embargaba. Un triángulo negro de porosidad de espuma destacaba en la coyuntura del vientre como un surtidor de borbotones de lava. Durante un rato admiró la bravura de zarzas acorraladas. En el momento de subir a la cama murmuró alegre: ¡Qué coñazo! La mujer, que lo esperaba semidormida, abrió los ojos sorprendida. Se levantó con movimientos buscos y salió del cuarto con rapidez. Todos los intentos de explicación fueron inútiles.
¿Como es posible que los lectores del Garrotin no se conmuevan con estas letras que escribe Cirano y que despierta el espiritu del equivoco y de la confusión? ¿Porqué no se despierta el instinto de especie como hace unos años? ¿Solo queda el futbol?
ResponderEliminarPues esta redacción se empleara con los mismos argumentos que los futboleros, marcando goles..
Ya vereis, dixi...