LISTILLOS
El instinto gremial es un impulso evolutivo, adquirido para progresar, que se resume en el principio de la unión hace la fuerza. Mucho antes de que el hombre descubriera esta obviedad los organismos unicelulares supieron que tenían que sacrificar su individualidad en favor del desarrollo de seres más complejos. Una célula de mamífero no es nada comparada con el conjunto al que pertenece, pero está protegida por el grupo y sirve a un destino más complejo que el de una bacteria. No hay una sola célula de nuestro organismo que prefiera ir por libre ni que intente controlar al resto. Para que esto ocurra debe ser infectada por algún virus que le inocule la locura de creerse capaz de todo, desde convertirse en autónoma hasta crecer sin límites. A eso los médicos les llaman cáncer.
Las colmenas o los hormigueros son estructuras sociales automáticas donde no cabe la disidencia. La autonomía individual está sometida al proyecto de la comunidad. Nadie puede tomar decisiones porque todo responde a un programa definido para cumplir un objetivo. La sociedad humana está compuesta por individuos que quisieran ser obreras encajados y protegidos por el sistema a cambio de un trabajo seguro, por reinas que no quieren que se les discuta su autoridad, por zánganos que no hacen más que joder y por listillos que tiene más de zángano que de obrera.
Los listillos son transgresores sin genialidad. No serán capaces de desvalijar el banco de España, pero se saltan los semáforos. En política los listillos hacen trampas, se dejan adular por los proveedores que a su vez son listillos a los que les gusta competir con ventaja, aplastan al de abajo y babean al de arriba (en realidad el de la mota en el ojo ajeno y la paja en el propio era un listillo), no se comprometen con nada, no tienen opinión y hacen lo que les dicen. Conforme avanzan en el escalafón se transmutan en personajes de los que nunca se puede estar seguro porque la mentira ha colonizado su pensamiento.
El poder actúa sobre los listillos como los virus sobre las células animales, les transfiere una sensación de potencialidad que les impulsa a implicarse en aventuras descabelladas. Puede ser la creación de los gal, la organización de la trama corrupta Gürtel, lanzarse a predicar en África contra el preservativo o invadir un país con la escusa de que posee armas de destrucción masiva. Los listillos son una plaga; como los vampiros, infectan a los que besan. Las organizaciones serias como la mafia, se dedican a destruir el orden económico porque se encuentran más cómodas en la turbulencia que en la calma y los listillos le ayudan transfiriendo el esfuerzo del trabajo a la renta del capital de los zánganos. Aunque se sabe mucho más del mecanismo de acción de los listillos que de la forma en que actúan los virus, se solucionará antes el problema del cáncer que la corrupción, porque los ricos no entrarán en el reino de los cielos hasta que los camellos no pasen por el ojo de una aguja, pero los listillos tomarán un atajo.
CIRANO
El instinto gremial es un impulso evolutivo, adquirido para progresar, que se resume en el principio de la unión hace la fuerza. Mucho antes de que el hombre descubriera esta obviedad los organismos unicelulares supieron que tenían que sacrificar su individualidad en favor del desarrollo de seres más complejos. Una célula de mamífero no es nada comparada con el conjunto al que pertenece, pero está protegida por el grupo y sirve a un destino más complejo que el de una bacteria. No hay una sola célula de nuestro organismo que prefiera ir por libre ni que intente controlar al resto. Para que esto ocurra debe ser infectada por algún virus que le inocule la locura de creerse capaz de todo, desde convertirse en autónoma hasta crecer sin límites. A eso los médicos les llaman cáncer.
Las colmenas o los hormigueros son estructuras sociales automáticas donde no cabe la disidencia. La autonomía individual está sometida al proyecto de la comunidad. Nadie puede tomar decisiones porque todo responde a un programa definido para cumplir un objetivo. La sociedad humana está compuesta por individuos que quisieran ser obreras encajados y protegidos por el sistema a cambio de un trabajo seguro, por reinas que no quieren que se les discuta su autoridad, por zánganos que no hacen más que joder y por listillos que tiene más de zángano que de obrera.
Los listillos son transgresores sin genialidad. No serán capaces de desvalijar el banco de España, pero se saltan los semáforos. En política los listillos hacen trampas, se dejan adular por los proveedores que a su vez son listillos a los que les gusta competir con ventaja, aplastan al de abajo y babean al de arriba (en realidad el de la mota en el ojo ajeno y la paja en el propio era un listillo), no se comprometen con nada, no tienen opinión y hacen lo que les dicen. Conforme avanzan en el escalafón se transmutan en personajes de los que nunca se puede estar seguro porque la mentira ha colonizado su pensamiento.
El poder actúa sobre los listillos como los virus sobre las células animales, les transfiere una sensación de potencialidad que les impulsa a implicarse en aventuras descabelladas. Puede ser la creación de los gal, la organización de la trama corrupta Gürtel, lanzarse a predicar en África contra el preservativo o invadir un país con la escusa de que posee armas de destrucción masiva. Los listillos son una plaga; como los vampiros, infectan a los que besan. Las organizaciones serias como la mafia, se dedican a destruir el orden económico porque se encuentran más cómodas en la turbulencia que en la calma y los listillos le ayudan transfiriendo el esfuerzo del trabajo a la renta del capital de los zánganos. Aunque se sabe mucho más del mecanismo de acción de los listillos que de la forma en que actúan los virus, se solucionará antes el problema del cáncer que la corrupción, porque los ricos no entrarán en el reino de los cielos hasta que los camellos no pasen por el ojo de una aguja, pero los listillos tomarán un atajo.
CIRANO
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