RECESO EVOLUTIVO
La vida es una forma de energía que ni se acumula ni se detiene, solo se transmite. Está inspirada en el orden, una sugerencia de la naturaleza para combatir la entropía, otra manifestación de la energía que tiende a desordenar los sistemas. En la lucha, a vida o muerte, de lo ordenado, lo trabajoso, lo –en términos humanos- productivo, contra la tendencia a la desintegración y el caos, la vida ha tenido que utilizar todo tipo de estrategias para poder seguir avanzando. El fondo de la cuestión estriba en que en el mundo existen infinidad de nichos ecológicos distintos movidos por intereses diferentes, aunque todos legitimados por el mismo principio de mantenerse vivos.
Compárese, si no, la táctica terrorista de los virus cuya existencia depende del crecimiento
explosivo de colonias que acarrean destrucción oportunista e indiscriminada, con la de una
institución religiosa cuya contribución al mantenimiento de la especie (y de la vida) es la pasividad estéril. De todas formas siempre ha resultado rentable el camuflaje, el engaño o la colonización a la hora de competir por un recurso. Lo que hoy se manifiesta como hombre ha tenido que pasar por todas las etapas previas hasta llegar al estadio que le permite dominar la naturaleza. Pero se suponía que al alcanzar un nivel superior se superaban las tácticas de supervivencia de etapas previas. El mono no necesita inyectar veneno a sus víctimas porque sus expectativas se han ampliado con el desarrollo del sistema nervioso central que abre la vía de la bipedestación, la comunicación, la socialización y la inteligencia empática. Con el homo sapiens parecía que la vida alcanzaba el máximo grado de virtuosismo a través de la concordia y el entendimiento, proscribiendo el veneno y sus secuelas. La historia muestra lo tortuoso que está siendo el recorrido hacia la convivencia pacífica ya que en cualquier momento pueden surgir atavismos que parecían estar caducados. La regurgitación de instintos ancestrales pueden oscurecer el entendimiento de individuos anónimos o de los encargados de impartir justicia. Y es que, como dice Shakespeare, “ofender y juzgar son dos actos distintos y de naturaleza opuesta”.
CIRANO
La vida es una forma de energía que ni se acumula ni se detiene, solo se transmite. Está inspirada en el orden, una sugerencia de la naturaleza para combatir la entropía, otra manifestación de la energía que tiende a desordenar los sistemas. En la lucha, a vida o muerte, de lo ordenado, lo trabajoso, lo –en términos humanos- productivo, contra la tendencia a la desintegración y el caos, la vida ha tenido que utilizar todo tipo de estrategias para poder seguir avanzando. El fondo de la cuestión estriba en que en el mundo existen infinidad de nichos ecológicos distintos movidos por intereses diferentes, aunque todos legitimados por el mismo principio de mantenerse vivos.
Compárese, si no, la táctica terrorista de los virus cuya existencia depende del crecimiento
explosivo de colonias que acarrean destrucción oportunista e indiscriminada, con la de una
institución religiosa cuya contribución al mantenimiento de la especie (y de la vida) es la pasividad estéril. De todas formas siempre ha resultado rentable el camuflaje, el engaño o la colonización a la hora de competir por un recurso. Lo que hoy se manifiesta como hombre ha tenido que pasar por todas las etapas previas hasta llegar al estadio que le permite dominar la naturaleza. Pero se suponía que al alcanzar un nivel superior se superaban las tácticas de supervivencia de etapas previas. El mono no necesita inyectar veneno a sus víctimas porque sus expectativas se han ampliado con el desarrollo del sistema nervioso central que abre la vía de la bipedestación, la comunicación, la socialización y la inteligencia empática. Con el homo sapiens parecía que la vida alcanzaba el máximo grado de virtuosismo a través de la concordia y el entendimiento, proscribiendo el veneno y sus secuelas. La historia muestra lo tortuoso que está siendo el recorrido hacia la convivencia pacífica ya que en cualquier momento pueden surgir atavismos que parecían estar caducados. La regurgitación de instintos ancestrales pueden oscurecer el entendimiento de individuos anónimos o de los encargados de impartir justicia. Y es que, como dice Shakespeare, “ofender y juzgar son dos actos distintos y de naturaleza opuesta”.
CIRANO
..y porqué el mono se quedo aislado?. Porque perdio el veneno. Los hominidos desarrollaron un veneno muy peligroso,que acabara con todo. Entre la indecisión de unos y la codicia de otros muchos, este mundo va perdiendo fuerza y ya solo quedan gentes como vosotros. Al fin un poco de aire fresco.
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