Ya llevamos acudiendo al transatlántico de C. Haya varias semanas. A la tempestad de angustias primarias: progresion de la enfermedad, dolor lacerante incontrolable, quimio y más quimio, astenia, insomnio, desesperacion, llanto... y la guadaña en el corto horizonte...; se le suma – digo- el oleaje de las vejaciones de la maquinaria en marcha : ayer empujando yo la silla, mirada de sorpresa y pa otro lao de una compañera; la bronca de la auxiliar por entrar por urgencias: “ es que allí siempre hay varias ambulancias y los desplazamientos son como bocados de unas fauces grandes clavadas para la enferma ; bueno, bueno, pero pa el Viejo es por allí...” El día anterior: ”Y eso, yo ahora tengo que que ir por la silla.” La he dejado en un lado del ascensor y hay tres o cuatro escalones que bajar. Para amortiguar “los bocados” cojo a mi esposa con los dos brazos. La auxiliar ha presenciado la “cojetás” dolorosísimas. No ha hecho nada. Un anónimo familiar, conmovido, que está por allí, me explica dónde esta el otro ascensor... Unas lágrimas se deslizan huidizas por las ya algo pálidas mejillas de la paciente. Y el dolor ahí, ahí.
En una camilla, con sus sueros puestos, ojos cerrados, rictus de dolor en sus facies, otro enfermo. Bocinazo del auxiliar que lo lleva. Le está contando a otro, que está lejos, no sé qué de qué fiesta. Entreabre los ojos el paciente, acentúa sus expresiones de dolor y los cierra de nuevo, apretadamente.. El relato en altavoz, con carcajadas inclusas, prosigue. (La evasión es necesaria, pero hay maneras y maneras. Tal vez a los auxiliares nadie los haya preparado, pero el paciente “que es el centro del sistema” derrotado, abatido, ha abierto y cerrado sus ojos otra vez.. En ese momento la voz interior que me musita: “se comprenden algunas agresiones.”
Caras largas de rutina, de insensilizacion, por doquier.
La analítica, el abarrotamiento de la sala, estornudos, toses, orondas y morondas, húmedas. ¡ Y las defensas bajas!. A esperar fuera. Larga espera.. Es un día gris, fresco. Al volver a casa se envuelve en un cobertor para entrar en calor.. .
El efecto balsámico de unas sonrisas: Gloria de oncología, la secretaria de Medicina Interna, el personal de Medicina nuclear, y de Matias, Jose Antonio, Juanjo y algunas otras sonrisas, a pesar de la sobrecarga de trabajo, ¡ qué bien sientan ante el desamparo.!
Y todo esto para la paciente vale la pena : Es su apuesta por ganar este cuerpo a cuerpo contra la muerte.
Su oncólogo Manolo le ha despertado nuevas esperanzas.
Junio 2011-06-23 Birlibirloque
Solo las personas sensibles son capaces de percibir esas situaciones, en un mundo safio, feo y lleno de bestilidades. Quiero que sepas que estamos con los que sufren o sienten soledad en los momentos dificiles, esos momentos de recogimiento porque no se entiende el compartirlos con los ajenos.
ResponderEliminar"Le moi est haiisable" Un fuerte abrazo
Muchas gracias, queridos editores. Al relerlo veo que hay mucho de catarsis. Mis disculpas y gracias tambien por ella.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo