AVE CESAR, PREOCUPATI TE SALUTANT




En el colegio de la España pringosa al que asistí, enardecían el desamparo de los gladiadores que, antes de comenzar la lucha a muerte, se encomendaban al Emperador asumiendo la fatalidad con la oración triste “ave Caesar murituri te salutant”. Desde la perspectiva histórica se figura uno al público romano consumiendo jubiloso su ración de circo, porque al vulgo le ha gustado siempre la carnicería. Las Cruces de Humilladero que abundan en nuestras villas y ciudades guardan también el ambiente festivo que rodeaba a los ajusticiamientos. Es de suponer que mientras el pueblo comentaba la escabechina se olvidaba del pan nuestro de cada día porque no se podía estar a las duras y a las maduras. El edificio de la historia se sostiene con pilastras de cal purificadora y arena apelmazante. La cal viva en la que ahora nos cuecen la pone el liberalismo; la socialdemocracia, liberal de siempre, ofrece la arena.
Al ser la única esperanza razonable, preocupado saludo, con el recelo de los gladiadores, a los socialdemócratas, tan aficionado ellos, incluso adictos, a grandes proyectos antisociales. En especial, mi saludo va dirigido a esos que no se cortan a la hora de proponer negocios tan ruinosos para la Hacienda como lucrativos para empresas parasitadas por políticos cesantes. A los amigos de las grandes obras con mucho escaparate mediático, beneficios corporativos generosos y poca rentabilidad pública; les suplico cordura.
Un periódico liberal de gran tirada que hace tiempo cambió su afición social por el libre mercado (los buenos son los ricos que dan trabajo a los pobres) se hace eco en una editorial del gran fiasco del plan de Alta Velocidad en Europa que se desprende del informe elaborado por el Tribunal Europeo de Cuentas. En el informe se recoge, entre otros datos, el sobrecoste de infraestructuras y líneas que supera en todos los casos el 30% llegando en algunos a franquear al 62,2%, amén de la escandalosa infrautilización de la red y los despojos del cierre de trayectos locales.
Si a este despilfarro se sumara el dinero del rescate bancario, el de las autopistas, el de la burbuja inmobiliaria y el que defraudan las grandes fortunas habría de sobra para levantar cabeza. Llama la atención lo elevado de tales recursos en época de recortes y que, encima, den para que un puñado de políticos ladrones escondan millones de euros en cuentas de paraísos fiscales. Utilizando una lógica inocente se deduce que si el capitalismo fuera honrado no habría que acudir al socialismo para reivindicar equidad. No hace falta ser un experto en economía, ni politólogo como se dice ahora, para darse cuenta de estas cosas, como tampoco necesitó el Ciego ver para deducir que el Pícaro no cumplía el acuerdo de tomar las uvas de una en una.
Dado que el voto de izquierdas parece ser más exigente que el de derechas, si es que todavía existen diferencias ideológicas fuera del puro egoísmo, los socialistas tienen la oportunidad de demostrar que van a comer las uvas de una en una sin trampas ni puertas giratorias. Pero es que incluso desde el egoísmo se puede gestionar una propuesta que sobrepase el mero objetivo de honradez que se da por sentado (como el valor en la mili), planteando la gestión con miras generales en lugar de individuales, algo que podría llamarse egoísmo expandido. La acumulación de aeropuertos vacíos, autopistas sin uso, puertos de cruceros faraónicos, trenes de alta velocidad selectivos, no eleva el nivel científico ni industrial del país. Lo que se necesita para mejorar la productividad es buena escuela, buena universidad, sanidad pública universal y buenos centros de investigación, cuidando de seleccionar a los más idóneos mediante procedimiento justo. Algo que tampoco estaría de más que hicieran los partidos políticos al elegir a sus candidatos.
CIRANO

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