AQUELLOS ROJOS . Cuadro 12







Los lunes se le daban bien a la privada, por eso el Dr. Antiguo procuraba salir pronto del hospital para llegar antes a su consulta donde acababa tarde, cansado pero contento. El 23 de febrero de 1981 a eso de las seis y media, su mujer que le ayudaba como enfermera, después de preparar a una paciente se le acercó y le dijo por lo bajo que la guardia civil acababa de asaltar el Congreso de los Diputados, lo están poniendo por la tele, aclaró. La noticia lo llenó de alegría como si ocurriera algo que estaba esperando. Acabó la exploración, prescribió la analítica en un P/10, instruyó para que dijera en el laboratorio que la había reconocido en la consulta tal y dio por terminado el trabajo.
Se fue volando al hospital donde se reunió con un grupo de médicos patriotas que atraídos por la llamada del deber acudieron dispuestos a hacer en casa lo que los militares estaban haciendo en el Congreso. Se reunieron en el despacho de un jefe de departamento de ideas ultramontanas sobresaltados por lo que contaba la radio. Todos los diputados se había tirado al suelo excepto Carrillo que se puso chulo. Especulando con lo que podía pasar y como entretenimiento elaboraron una lista con los médicos rojos que habría que detener llegado el caso. Pasadas las doce se disolvieron para ir a tranquilizar a sus familias que no hacían más que llamar por teléfono.
A la mañana siguiente lo primero que hizo fue pasar por el despacho de un compañero de curso que era socialista para ver como respiraba el enemigo. Después de comentar la jornada anterior lamentando el desenlace le habló, como si se tratara de una broma, de la reunión de los ultras comentándole que él estaba en la lista. ¿Y qué pensabais hacer con nosotros? le preguntó el rojo. Por lo pronto deteneros, contestó entre risas, luego ya veríamos, porque si el rey no se raja a última hora el resultado hubiera sido otro. La cosa estaba hablada con Armada e incluso con el PSOE a través de Enrique Mújica. Estáis locos, protestó el socialista, ¿no os fiáis de Suárez? Ese es el gran traidor, recitó el Dr. Antiguo. Pero a donde os creéis que vais si Tejero no fue ni siquiera capaz de tumbar a Gutiérrez Mellado, oyó que le reprochaba al despedirse.
Como era de esperar en el hospital no se hablaba de otra cosa. Los rojos supieron esa misma mañana que se estaba preparando una manifestación para el día 27 donde había que mostrar la fuerza de la izquierda. Luego verían que Fraga se sumó a la cabecera para desteñir un cuadro que no venía nada claro de entrada. En el plano local se pasó una semana de las de antes de la democracia con conciliábulos y reuniones clandestinas. No sabías de quien fiarte porque las autoridades respondieron de forma tibia contra los golpistas. Las pancartas clamaban por la Democracia y por la Constitución en lugar de por la Sociedad Civil y contra el Ejército golpista como si no se llevara tres años de convivencia democrática bajo el imperio de una Constitución votada por una amplia mayoría. Se volvió a recular ante los energúmenos como se hizo ante los rescoldos de la dictadura o ante el planteamiento de reforma o ruptura. Así que el Dr. Antiguo tomó aire como si aquello hubiera sido un ensayo previo al golpe definitivo y el caso es que los rosados obraron en consecuencia dando el primer traspié en su viaje a la nada, porque lo que es los rojos, en aquellas fechas, ya estaban en la nada.
CIRANO

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