LA INMUTABLE POBREZA




Habría que estar de acuerdo en que la ferocidad más que el altruismo es lo que mueve el mundo. Para llegar a donde está, la raza humana tuvo que depredar a todos los rivales que le disputaban el ecosistema que explota con evidente éxito. Los neandertales, de los que se piensa que eran más humanos, o lo que es lo mismo, menos belicosos que nuestros ancestros, dejaron de existir por debilidad. La efectividad de la violencia, como estrategia de poder, mantiene su vigencia aunque en democracia se llame de otra manera.
Los poderosos del dinero (no se si los de la política lo son de verdad) maquinan para que el resto de los humanos trabajen en su beneficio. Pero eso no es nuevo, quien controla los nichos ecológicos desde que apareció la vida sobre la tierra hace unos tres mil quinientos millones de años, es el fuerte. La novedad de la civilización es que a los que mandan, aparte de dominar, les gusta ser admirados y obedecidos: es el precio de la vanidad. Las desigualdades sociales proceden del éxito de quienes se afanan en controlar frente a la indiferencia de la mayoría que se conforma con asentir (la dialéctica del matrimonio funciona también así).
El único intento serio de subvertir el estatus burgués fue la revolución soviética que, como todo el mundo sabe, fracasó por algo que la democracia asume con normalidad: la corrupción. Quizás el disentimiento se debió a cuestión de detalle. La mafia soviética extorsionaba a las bravas mientras la americana procura que parezca un accidente. Lo que no puede ponerse en duda es que tanto en el mundo libre, como lo llaman, como en el otro, gobierna la trágala en lugar de la justicia. La socialdemocracia aportó a la democracia lo que la Iglesia Católica venía haciendo con regímenes más duros: apaciguar y resignar a las masas con la promesa de paraísos futuros. Pero desde que el capitalismo ha dejado de necesitarlos, ambas instituciones pías languidecen como jardines a los que no se riegan.
La desigualdad tiene peor pronóstico ahora que hace dos siglos: no hay masas hambrientas ni monarquías totalitarias, pero las multinacionales dominan los medios de opinión y cercan a ciudadanos sin criterio, marginándolos al extrarradio de la cultura donde sobreviven sin expectativas. El límite soportable vendrá marcado por el nivel de injusticia y el aguante de la gente. La cuestión es comprobar si el pasotismo es irreversible o si la sociedad reaccionará a tiempo. El enfoque humanista del desarrollo no consiste en mostrar datos que reflejen el avance técnico y científico, sino en considerar que el progreso se consigue a costa del sufrimiento de una abrumadora mayoría que vive en condiciones inhumanas. Como nadie escogería pertenecer a la clase oprimida (ya dejó dicho Cervantes “que ha de tener mucho de Dios el que se ha de contentar con ser pobre”), es obligación de los que tenemos la suerte de haber aterrizado en una zona de cierta prosperidad, contribuir a allanar las diferencias que tanto sufrimiento acarrean a personas con los mismos derechos que nosotros.

CIRANO

3 comentarios:

  1. Un lector amigo (que de todo hay) me pregunta si en la tercera línea debería decir especie donde dice raza. Consultado en Wikipedia creo que lo correcto es homo sapiens. Queda dicho y gracias

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  2. Imagina mi buen amigo, que contaminados por las moralinas, que no son consustancial con el hombre sino adquirido, los hombres consideran que deben ser buenos y bondadoso, cuando en la realidad de procedencia son bestias salvajes e inductores de odio desde la cuna. La cosa sería al revés nacimos salvajes y los santos patriarcas nos amputaron la capacidad de reaccionar para ser corderítos pacíficos y buenos. Es lo mismo que los que se plantean que se tiene que amputar el Colon porque solo sirve para almacenar mierda, con perdón. Pues eso seamos muy buenos y mogigatos porque así se olvidaran de la lucha de castas, o era de clase?

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  3. El caso es, amigo Cué, que yo quería destacar que el único camino que tiene la humanidad para progresar es el de la racionalidad, aunque lo vea lejano y apartado del mundanal ruido. ¿Qué pintan los políticos en los cerros entorpeciendo las labores de rescate? Que llamen a Trillo para que dirija la identificación low cost.

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