He tenido y tengo amigos de los que, al dedicarse a la política,pierdo la referencia, esa línea de conexión con la que nos comunicábamos. Ocurre que al darse a la cosa pública se recubren de solvencia y se hacen sospechosos de disimulo, como si abrieran una cuenta B donde colocan valores que antes compartíamos. Por eso, hablar con un amigo político es como hablar con un ventrílocuo del que nunca se sabe de donde le sale la palabra. De ahí la dificultad de retomar amistades tras la política. El político se entrega a la fe que lo empina y deja de creer en la idea que lo hizo. Los políticos son como los católicos o los nacionalistas, nunca se atreven a divagar fuera de la causa. Tener ocupada la mente en una ambición es como tener bloqueado el software del ordenador. Esa reserva impenetrable les hace perder fluidez como cuando un virus coloniza el programa con respuestas estereotipadas. Quizás nunca fueron sinceros los amigos destinados a la política y la entrega inicial fuera parte de la estrategia con la que intentaban medrar. Cuando falla un soporte todo se hace equívoco, pero ¿quién sabe lo que esconde el pensamiento libre de un amigo que se hizo político? ¿y el mío? Al final todo puede redimirse apelando a lo que éramos cuando no había nada que disputar.
CIRANO
Bravo, Cirano.Como en Casablanca: "siempre nos quedará Paris", o nuestro asalto frustrado al colegio médicos y aquella época, en que Jose Luis dió bastante caña... y despues tambien desde su vision de las cosas.
ResponderEliminarPocos fueron tan persistentes y honestos como Jose Luis. Desde que llego a Málaga siempre estaba en algún lugar prominente y destacado, e incluso tuvo capacidad para lamentarse de las debilidades de los socialdemocratas, pero dentro de la tolerancia que siempre le caracterizó. Tus antiguos compañeros de lucha siempre te tendremos en nuestros corazones
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