Paco P. o la paciente espera




“Me envenenaban la sangre con pastillas.” Rebelde a toda prueba, como si jamás nadie pudiera devolverle todo lo perdido: su madre a los 5 años, su padre poco después, el único apego, su abuela, perdido unos años más tarde.. Todo empezó a serle indiferente. Llego la incorporación a filas y les dijo al alguacil que fuera Rita la Cantaora. Declarado prófugo, se vio allí donde le envenenaban la sangre. Los últimos 10 años los pasó sentado mirando a través de la ventana el horizonte como si alguien pudiera aparecer.
Ya en los años sesenta lo llamaban el ecologista. Se había hecho una cabaña en “los pinos “ de los montes, desbaratada porque la guardia civil la confundió con un zulo. Durante años cultivo un rinconcito y las lechugas, coles, cebollas, etc., hacian la delicia de algunos empleados...; pero también tuvo que dejarlo. Llegó la reforma y había que integrarse. A pesar de la buena intención de sus terapeutas, aquello le demostró que no existía rincón para el sosiego, que no se puede instalar uno en el inconformismo así como sí. Entonces se le fue la cabeza del todo. Único recurso, in extremis, para el sosiego. Dejó una nota que decía:
AVISO:A la “lesbiana” que me emplea para excitar a las mujeres que por robarme tres kilos de manzanas, quitarme tres mantas que había debajo del colchón para proteger mis huesos de la mierda de colchón que hay. Robarme un bolígrafo marca Parke. Y robarme las mujeres desnudas de la revista, que todo esto lo valoro en “ 12000 Ptas” y si en el intervalo de una semana no me lo ha pagado le daré parte al encargado, y si el encargado no me hace caso me veré obligado a ir al partido, a Radio independiente o a donde sea.”
Como nada llegaba, decidió fugarse. Se compró una FACA de amplia hoja para luchar contra las alimañas de los pinos del monte y se refugio en su antigua cabaña, rehecha... Su sabiduría natural pareciera que le dictaba de forma acuciante aquello de Horacio. “pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres: La pálida muerte golpea con igual pie la cabaña de los pobres que los palacios de los ricos.” En realidad esta venia siendo su consigna desde siempre. Desapego total. Budismo zen en esencia. Cuando el psiquiatra lo citaba contestaba: “ Yo para qué tengo que ir a su despacho. No tengo nada que contarle a UD. Mi vida está ahí, en el campo.”
“La anormalidad”, no obstante, se paga mas pronto que tarde y dicho y hecho. Su fuga relanza el miedo en el hospital; entre otros, que lo vuelvan a confundir con un zulo y se pone en marcha su caza y captura. Primero, la guardia civil, pero como esta en territorio apache, urbano, ha de ser la policía nacional, pero como está armado con arma blanca- él desde la puerta de su choza ondea la faca antialimañas que con los rayos de sol de la mañana, centellea amenazante- tienen que venir los especialistas y, y... se van sumando agentes de la autoridad y, y... los loqueros; más, hasta varios médicos. Paco P. se lo está pasando pipa. Blande y blande su faca y a lo lejos se adivina su sonrisa de oreja a oreja.
Ya es la una de la tarde. El médico responsable, sobreponiéndose al miedo en su cuerpo, le pide a dos celadores que le sigan en fila india tras él, que se van a acercar a la cabaña. “ Por lo menos que solo me dé la primera, “ les dice, y se encaminan. El grita: “ No os acerquéis”; amenaza pidiendo que no avancen, siguen avanzando, lentamente, intentando un dialogo, él dialoga agitando la mano de l arma, siguen, dando pasitos cortos, se le plantea el asunto de dinero de su cartilla...; Entra algo al dialogo, avanzan... y por fin, a solo unos metros, separados por un arroyuelo, que, ajeno, fluye indiferente... están ya a su alcance... y entonces negocia: “ Bueno, entrego la faca si me lleváis a la comisaría de la policía para denunciaros a todos”
Naturalmente volvió al manicomio. Y rechazó, en su bondad natural, confundirlos con las alimañas...
Volvió Paco P. a instalarse en su sillón del rincón con la mirada perdida sobre las palmeras que dejan entrever el horizonte, como esperando a alguien que sabe no va a llegar. De vez en cuando sonríe, mientras se mesa su barba plateada.
Birlibirloque febrero 2011

2 comentarios:

  1. ¿Crees acaso BIRLIBIRLOQUE que este tipo de patologia se podría curar con buenas dosis de Psicoterapia? Por eso acaso habeis vuelto a la parte amarga y dura de los tratamientos. Compadezco y mucho vuestra sordida especialidad médica, ¿No se podría hacer algo más por ella?

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  2. Pues sí creo, amigo Arsenio, que una psicoterapia podría ayudar mucho y tambien que una parte de profesionales, entre otras razones por la presion de la demanda, está interveniendo solo con farmacoterapias y,claro, que se puede hacer algo por esa "sórdida" especialidad. Por ejemplo hacerla menos biológica y mas psicologica y social, a traves de un amplio debate en la que se expongan opiniones como la tuya

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