Algo defraudado por la acogida del artículo sobre la Enseñanza, realizo un nuevo intento enfocando el tema desde otra perspectiva, la del docente, quizás punto clave para la polémica y elemento imprescindible para modificar la enseñanza en nuestro país. Bien es verdad que material sobre la docencia y los propios docentes existe por todos lados y lugares, y posiblemente ya no se necesita más material pedagógico, sino voluntad política para poner en marcha la revolución docente. Y digo revolución porque es eso precisamente lo que se necesita, una gran e importante revolución.
Como no quiero cansar a nuestros lectores, me apoyaré en una anécdota real ocurrida en mi círculo de conocidos.
Se realizaba un seminario sobre actitudes docentes, yo era un invitado como conocedor del método de las Tormentas de Ideas y solo participaba en la estimulación del método. El director del seminario, hombre experto y conocedor del mundo docente, intentaba con gran entusiasmo apoyar sus evidencias con estímulos palpables, por lo cual insistía en la necesidad de usar literatura palpable en las clases, y no solo las obligatorias del curso, sino incluso las propias de los docentes. Se insistía en que al alumno se le debe enseñar no las biografías y títulos de los autores, con criterios memorísticos, sino enseñar al dicente las sensaciones que despiertan los contenidos de los textos a los lectores, y en particular las que despiertan a los docentes. De forma que cada alumno sabe los libros que los profesores usan cotidianamente, el uso que les da y los ritmo y cadencia de cada novela o ensayo y las sensaciones que despiertan en sus circunstancias.
En la parte final del seminario de ese día, cuando aparecían los comentarios, pidió la palabra una señora docente de media edad, y comento: “Daría igual que los libros los recogiera de la biblioteca cada semana, porque yo realmente no tengo tiempo para lecturas, y menos hacer análisis de cada libro, ¿no sería suficiente con que me vieran con los libros bajo el brazo?”
La enseñanza, o es un proceso dinámico, o se estanca y aburre a los docentes y alumnos. Evidentemente conforme el nivel es mayor la responsabilidad aumenta y la exigencia del conocimiento es de mayor calado, y permanentemente debe actualizarse.
La idea que creo debe quedar es que, los sistemas sociales fracasan por el empobrecimiento intelectual de sus miembros, y esa responsabilidad es compartida por el mundo de la enseñanza y los roles familiares.
INDALESIO Enero/2011

He leído recientemente una ponencia que apunta al cambio revolucionario que ves urgente en la Educación. Es de Begoña Ibarrola y Davadillo y que encabezan con una cita de George Sand”: El intelecto busca, pero es el corazon el que halla” Se encuentra en internet con el título “ Dirigir y educar con inteligencia emocional.”
ResponderEliminarCon cierta frecuencia me veo en la situación de supervisar los conflictos escolares de una clase de adolescentes y ellos me han enseñado sobre la eficacia de ese enfoque