El derrotismo es una corriente filosófica que se inició con la sentencia de desaucio a Adán y Eva del paraiso que obliga, a ellos y a su descendencia, a arrastrarse por la tierra, a ganarse el pan con el sudor de su frente, a parir con dolor y a generar mala leche para aplicarla a sus enemigos o al mundo en general. A eso, que llaman doctrina sagrada, se debe la interpretación pesimista de la vida que se combatió, sin éxito, en los años sesenta con el poema de haz el amor y no la guerra. No es desde la catástrofe desde donde predico, tampoco necesito otro foro que el doméstico El Garrotín. Como define la Editorial que lo inagura somos hijos del mayo francés, de la coincidencia astral de Kennedy, Juan XXIII y Kruschev, de una época de esperanza; somos los niños de la postguerra y de la preglobalización, a los que importa el color de los gatos y no solo que cacen ratones. Quienes nos están llevando a la ruina son los mismos que nos amenazan con el desastre. En meter miedo radica la ciencia de algunos. Estamos, o al menos estoy, con quien siempre ha luchado por dejar de arrastrarse mendigando perdón por algo que no ha hecho.
La vida no es sino un instinto de permanencia, un anhelo de continuidad, una promesa de futuro; pero la vida no somos nosotros de la misma forma que la llama de la vela no es el fuego. La vida es un fluido que se desborda sobre la tierra anegándolo todo. No hay resquicio donde no exista algún modo de vida. Como su poder depende de su expansión (en esto el capitalismo se le parece) ha ensayado todo tipo de estrategias para satisfacer su vocación colonizadora, desde la dispersión hasta la acumulación. En un momento optó por desarrollar la inteligencia, pero eso ha dado lugar al hombre que puede hacer encallar el invento.
La acumulación de materia fue ensayada con éxito hasta el desplome de los dinosaurios. En la naturaleza las previsiones no funcionan. Ni las especies conocen los peligros que las amenazan, ni a las fuerzas naturales les tiembla el pulso cuando de destruir se trata. El hombre es la única materia viva de este planeta que tiene capacidad de verlas venir, pero carece del coraje necesario para corregir. La leyenda de la Torre de Babel recuerda que no soy el primero en reflexionar sobre este asunto y que es algo que intuimos pero que no le hacemos caso. La mítica torre se derrumbó cuando la avaricia humana superó el límite de colocar ladrillos que el dios vengativo permitía (algo de lo que ahora sabemos más). Cayeron los dinosaurios incapaces de sostener tanta masa y la economía global está a punto de empantanar porque empieza a escapársele el agua entre las costuras.
Si hubiera que establecer una ley universal para predecir el porvenir del crecimiento podría decirse que la acumulación de materia, de volumen, de capital, de sufrimiento, de lo que sea, tiene un límite que viene determinado por una masa crítica que no puede ser superada porque acarrea el derrumbe. De eso entienden los virus que optaron por colonizar a base de dispersarse. Por lo que se conoce ocupan tierra, mar y aire sin otro propósito que fastidiar, pero son la reserva de vida para cuando la inteligencia destruya el planeta.
Interesaría conocer la masa crítica del mercado para predecir cuando se va a derrumbar, pero también la de la pobreza para conocer cuando se va a sublevar, la de la especie para establecer el límite de los recursos y la de todos los acúmulos abusivos que nos están acoquinando, porque dos días antes de su extinción, los dinosaurios se dedicaban a patear el monte como si fueran a ser eternos. Igual que hacen los grandes bancos, las agencias de evaluación, las compañías de riesgo, toda esa masa de donosaurios financieros que van a dejar el mundo para el pasto de los virus. Hay quien está aprendiendo de estos parásitos celulares. Las tramas terroristas actúan igual: diseminados por la tierra, sin contacto ni comunicación entre ellos, les une el proyecto de destrucción. Maduran con la falta de alimento, se nutren del odio que genera la desigualdad, velan armas para cuando llegue la ocasión. Es la estrategia de los virus.
Cirano, me temo que como continueis así vais a saltar a las editoriales de los periodicos de impacto. No se que impacto pero alguno de interes si. Lastima que solo conozcan el blog algunas personas, me divierto más que con el Público.
ResponderEliminarCirano, tienes gustos sencillos? Porque si es así, Savater dice que el secreto de la felicidad está en tener gustos sencillos y mente compleja y de esto último al menos tus escritos van sobrados. La pena es que en la mayoría es al revés, mente sencilla y gustos complejos!.Un admirador
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